El contenido de la reflexión que aquí y ahora intitulo “¡Gracias por no ser mujer¡”, me la hizo llegar en versión literal su protagonista
"En una de las reuniones 'fraternas' que tuvimos un grupo de seglares con el señor obispo de la diócesis, éste decidió improvisar una larga y fervorosa letanía de acción de gracias a Dios por los favores recibidos durante el ejercicio-ministerio pastoral a lo largo y ancho de su vida"
"'Me pareció plenamente correcto y hasta litúrgico, al terminar su letanía, decirle en público que completara la devota acción de gracias con el agradecimiento a Dios por ser hombre y no mujer. “Si usted hubiera sido una de las 'nuestras', es decir, mujer, que no varón, no sería ni sacerdote ni obispo'"
"'¿Que si le pareció mal mi sugerencia personal? Pues yo creo que no. Es posible que les pareciera peor a los participantes en la celebración eucarística. Se limitó a decirme con sencillez y humildad que todo se andará'"
"Mi informadora le pidió al mismo obispo que tuviera a bien dejar en la sacristía, o en el palacio episcopal, el anillo, porque 'hace perder comba' litúrgica, además de religiosa"
"Sería de lamentar que la petición de inscribir en la letanía de acción de gracias a Dios por parte del obispo, la referente a la situación de mujer en la Iglesia ni tuviera ni tenga cabida"