"¿Cuál es nuestro camino hacia Dios? ¿Cómo encontrarnos con Él?"
La marmota de Adviento
"También sabe de nuestros sueños, de nuestras luchas, de nuestro amor y nuestro trabajo"
He vuelto. No sé si echabais de menos mis palabritas del Brasero, pero aquí están de nuevo, de mi mente y mi corazón a la pantalla y de ahí a la tuya y espero que también a tu corazón.
En estos tiempos pasaron muchas cosas. Estrené Viacrucis en la maravillosa Mezquita Catedral de Córdoba; después vinimos a la Parroquia del Pilar para terminar en la Almudena. Muchos son los rostros que recuerdo con gratitud por tantos momentos preciosos compartidos. La guerra indeseable en el horizonte, el hospital, la Semana Santa con el mar silencioso de fondo y de nuevo mi rutina bendita llena de mensajes, proyectos, amigos, reuniones, encuentros. Y así la vida se nos va yendo o la vamos ganando, pues nuestros sueños se convierten en recuerdos preciosos o decepciones que nos pueden hacer más fuertes. La vida.
Mayo amanece con el día de la madre, con ese olor a flores, a mes de la Virgen, a día del trabajo. Mayo viene con las alergias y en Madrid muchos puentes que nos hacen salir al campo a disfrutar del pan del pueblo y de los atascos a la ida y como no, a la vuelta.
Y Mayo sigue siendo el mes de la resurrección y de la Pascua. El tiempo de la esperanza, porque sabemos que este mundo no se termina aquí con sus bombas y sus machetazos, sus soledad y su miedo. Que amanecerá para todos, que ya está amaneciendo.
Los cristianos sabemos, creemos, que Jesús está vivo. Por eso nos levantamos el domingo del día de la Madre con ganas de encontrárnoslo de nuevo y que nos invite a una ración de sardinas. Queremos estar con Jesús en la playa mientras nos pregunta si le queremos. Y claro, Él lo sabe todo, Él sabe que le queremos. ¿Dónde vamos a ir si no está Él? Él nos conoce “desollaos”, sabe que somos traidores y débiles, con la mano en la cuerda de la desesperanza. Sabe que tenemos miedo, y que a veces la cagamos pero a lo grande. Y también sabe de nuestros sueños, de nuestras luchas, de nuestro amor y nuestro trabajo.
Él sabe que le queremos, que con Él nos sentimos siempre en casa. Que nos encanta verle sentado en las escaleras del templo enseñándonos, hablándonos de que Dios es nuestro Padre y que no estamos perdidos, pues nos saldrá a buscar. Él sabe que le necesitamos frente al lobo del odio que nos rompe el alma. Él lo sabe todo.
Por eso en este domingo descansa un poco de tus agobios, y déjate querer por favor. Igual eres de Iglesia y ya te apuntaste al grupo de locos que siguen a Jesús. Igual no eres muy creyente, o no lo sabes, pero yo te aseguro que si te encuentras con este Hombre, si te dejas mirar por Él mientras escuchas sus palabras, te sentirás más feliz que nunca. Porque con Jesús todos nos sentimos salvados de la tempestad, compartiendo juntos pan y vino de los buenos, sabiéndonos únicos y queridos por los siglos.
Con él no dejes de luchar por la justicia, por los salarios dignos, porque todo el mundo tenga una vida plena y feliz. Siéntete en paz, comparte paz.
En el día de la Madre ya sabes que cuentas siempre con la tuya, esté donde esté. Y también con la Madre de Jesús, María, una señora también muy de pueblo pero muy atenta a que en esta boda de la vida nadie se quede sin vino y sin alegría. Por eso no se cansa de decir “Haced lo que Él os diga” porque sabe que Jesús es la contraseña para ser feliz en este mundo complejo. ¡Que sería de nosotros si nuestras Madres!
Encantado de reencontranos.
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Nos vemos en la plaza de la Almudena el día 7 por la tarde.
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