Un Plan que puede abrir horizontes de esperanza, pero será necesario animar sobre todo a un clero envejecido y desencantado
El arzobispo Benavent quiere dinamizar la Diócesis de Valencia
"El Señor te recompensará por todo el bien que, como sacerdote y obispo, has hecho"
Uno empieza a ser mayor, pero los recuerdos de antaño no desaparecen, sino que emergen con fuerza en determinados momentos. Conocí a Vicente Juan Segura en la última parte de los setenta e inicio de los ochenta, compartiendo con él un duro trabajo social. Vicente Juan, junto con Juan Oliver, franciscano obispo emérito de Requena (Perú) y un servidor. Durante el curso escolar colaborábamos con las Hermanas de la Caridad de Santa Ana en el entonces Colegio de San Javier, actualmente es la sede de la Consellería de Educación de la Comunidad Valenciana. Juan Oliver era ya sacerdote, Vicente y un servidor éramos seminaristas, él del Patriarca y yo de los franciscanos.
El Colegio de San Javier en aquel entonces pertenecía al Ministerio de Justicia, dependiendo de la Audiencia Provincial. Allí recalaban los menores, cuyos padres tenían problemas carcelarios o penales de todo tipo. En resumidas cuentas, un Colegio internado con grandes problemas como nos podemos imaginar. Prácticamente las hermanas de Santa Ana se ocupaban de ellos las 24 horas del día y los 365 días del año, incluidos los bisiestos y los veranos.
Durante el verano, una antigua residencia de ancianos, en Rubielos de Mora (Teruel), servía de lugar de vacaciones. Y allí aterrizábamos con más de un centenar de niños y niñas de todas la edades para pasar los meses de julio y agosto. Alterábamos la vida del pueblo, que soportaba muy bien esa invasión. El trabajo era duro y arduo, pero tanto Vicente Juan Segura, como Juan Oliver y un servidor, junto con las hermanas y un grupo de voluntarios intentábamos hacerles a esos chavales la vida lo más agradable posible. Durante tres largos veranos estuvimos juntos. Vicente Juan Segura, era un gran conversador, ameno y muy querido por aquella chavalería a la que les ofrecía su seguridad y buen humor. Tenía ya entonces claro lo que iba a ser y hacer…
He mantenido una cierta relación con él durante años. Con ocasión de la visita del Papa Benedicto a Valencia nos encontramos un momento y estuvimos, justamente recordando los viejos tiempos de Rubielos. También en Roma, nos recibió a mi mujer y a mi, y nos enseñó el Vaticano “en cierto modo secreto”. La última vez que lo vi fue en el “hall” del Palacio Episcopal de Valencia. No me reconoció, y se me cayó el alma a los pies.
Sin duda, Vicente, el Señor te recompensará por todo el bien que como sacerdote y obispo has hecho. Descansa en la paz del Señor.
También te puede interesar
Un Plan que puede abrir horizontes de esperanza, pero será necesario animar sobre todo a un clero envejecido y desencantado
El arzobispo Benavent quiere dinamizar la Diócesis de Valencia
Tiempos de mucha incertidumbre y zozobra
Los peligros del “show” de Trump en Sharm el-Sheikh
"La anexión de Gaza y Cisjordania no es sólo un atentado al Derecho Internacional, sino una salvajada"
El sueño de los dos estados: Israel y Palestina
"La verdad tiene que prevalecer por encima de todo"
¿En qué falló Mazón, el President de la Generalitat Valenciana, el día de la dana?
Lo último
Una travesía entre los miedos del mundo hacia el Belén de las Periferias
La Esperanza insurgente del Adviento
Retomamos el camino de Adviento
15 de diciembre: III Lunes de Adviento
Si hablamos de "identidad sacramental" para vincular a los varones consagrados a Cristo, no terminamos de ver qué relación tiene con el orden natural, con la masculinidad o feminidad
Volvemos a rechazar a las mujeres en el orden sagrado