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Preocupado por los presos, en sus horas libres hurgaba en la historia y el arte
“Con dolor y con esperanza cristiana os comunicamos que la noche del 12 de agosto ha fallecido en el Hospital General de Valencia el padre Juan Devesa Blanco, a la edad de 90 años. Encomendémoslo al Señor en nuestra oración comunitaria y personal.Descanse en paz. Su funeral, el lunes 17 de agosto a las 20 horas en el Monasterio de El Puig de Santa María”.
Con este escueto comunicado la Orden Mercedaria ha anunciado el fallecimiento del fraile mercedario que fue polivalente y plenipotenciario de su religión en Valencia, quien aparte de la misión encomendada en la pastoral penitenciaria fue el artífice de grandes realidades para la historia de nuestra la capital y Reyno, habiendo sido enorme su labor de recuperación en todos los órdenes y campos, especialmente en el patrimonial e histórico.
Él fue el gran impulsor de la restauración del inmenso Monasterio de El Puig ocupado a lo largo de los tiempos desde su fundación por los Padres Mercedarios, tan entrañablemente unido a la historia de Valencia. En los años duros y difíciles de la postguerra no dejó que el Monasterio se viniera abajo y con sus frailes mendigando puerta a puerta por los pueblos comenzó a recuperarlo.
Más tarde fue introduciéndose por todos los recovecos oficiales que pudo y alzando su prestancia y dignidad. Las vidrieras del claustro con los escudos oficiales de los pueblos que ayudaron a costear las obras lo testimonian. Hizo de todo, no se le cayeron los anillos, hasta inventó un alojamiento para los Reyes a fin de concitar cualquier tipo de ayuda.
Logró instalar en el amplio Monasterio el Museo de la Imprenta, convirtió el lugar en excelencia para matrimonios, lo investigó y publicó, lo puso en primera línea de los monumentos histórico-artístico valencianos, lo hizo bandera y orgullo de los valencianos y al Puig lo colocó en todos los mapas.
A él debemos además la recuperación de la historia de Santa María de El Puig, de san Pedro Nolasco, de fray Gilabert Jofré, del Pare Presentat de Vallada. Fue vicepostulador de la beatificación de fray Gilabert Jofré, mercedario, el ideador del primer manicomio del mundo, de donde nacería la advocación, devoción y culto a la Virgen de los Desamparados, al que Roma sigue sin darle el placet para su canonización. En la misma lucha estaba con el Pare Presentat.
Era Juan Devesa, fraile, muy fraile, al mismo tiempo, muy preocupado por los presos, por la pastoral penitenciaria, y en sus horas libres hurgaba en la historia, nos subrayaba la importancia de nuestra historia local y regional. Leía, escribía, publicaba, llamaba a puertas y conciencias. Nos urgía con diplomacia a sorprendernos y velar por lo nuestro, a quererlo. Hoy el Monasterio de El Puig es lo que es, brillante, gracias a él, a los esfuerzos que desarrolló durante su vida humana y religiosa.
La ha apurado, esperó a que se acabara de cumplir los 802 años de historia de la Orden de la Merced para despedirse silenciosamente y de noche, nonagenario. Se ha ido sin recibir respuesta de Roma a los 3.000 folios de procedimiento que elaboró para lograr la beatificación del padre Jofré. Un total de 12 volúmenes de documentación histórica. Una lucha en la que sucedió a otro grande de la Orden, el P. Félix Ramajo, cuya obra intelectual y de recuperación patrimonial prosiguió de manera encarecida.
Juan Devesa era también fraile, fraile de verdad, en el detalle del día a día. Se volcaba con los pobres. Atendía a su hambre física y espiritual. Aún se le recuerda en los tiempos en que mandaba cocinar varias ollas para quienes acudían allí a satisfacerse en lo básico.
En definitiva, una vida evangélica, en la que multiplicó sus valores y talentos al máximo, aprovechando cada minuto, cada segundo de su vida, la que ha redundado en gran beneficio para Valencia y su Reyno, salvando con gran empeño y esfuerzo el prestigio y la dignidad de un Monasterio, el de Santa María de El Puig, su Virgen, primera y principal Patrona del Reino de Valencia, y de la Orden de la Merced.
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