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En el Tossal de Lliria, cuna de las tribus ibéricas Edetanas
“Este año sant Miquel no estará en las calles, pero estará en nuestros corazones. Él nos ayudará a superar estos momentos que nos ha tocado vivir”. De esta manera cierra la Hermandad de san Miguel el comunicado en el que anuncia que el Monasterio más famoso del santo en territorio valenciano, el e Lliria, permanecerá cerrado estos días con motivo de su popular fiesta el 29 de septiembre, “para evitar aglomeraciones”. Las solemnidades que se le tributa serán reemplazadas por misas en las tres parroquias de la villa, en cuyo altar estará presente una imagen de san Miguel.
Todos los años, los días 28 y 29 de septiembre son miles los peregrinos que suben hasta la cima del cerro donde se encuentra el histórico Monasterio de sanct Miquel de LLiria a impetrar favores al santo arcángel o darle las gracias por los recibidos. Es un clásico su romería en el catolicismo popular valenciano, la que más peregrinos reúne. Suben y bajan no pocas veces de rodillas o descalzos.
Los hallazgos arqueológicos y los testimonios arquitectónicos existentes en Lliria nos hablan de que ésta fue una de las primeras comunidades cristianas en esta parte de la península, cristianismo que llegó a través de la romanización. De vestigios romanos, como de ibéricos, Lliria anda más que sobrada.
Su nombre está datado desde muy antiguo. El geógrafo egipcio Ptolomeo le llamó al lugar Leiria y Edeta mucho antes de nuestra Era. Edeta en origen fue el nombre, que dieron el primer apellido a la Valentia romana, Valentia edetanorum, pues estaba cerca del pueblo importante militar y culturalmente, el de referencia, y había que distinguirla de otras Valentia fundadas por los romanos.
Lliria hoy sigue siendo una colección interminable de hechos históricos y culturales, bajo su aspecto de pueblo como quien no quiere la cosa. Le sobra de todo: termas romanas, fuente san Vicente, yacimientos arqueológicos, iglesia de la Sangre probablemente de las más primerísimas valencianas, una iglesia de la Asunción más que catedralicia, el almudín, el Museo Arqueológico…
De entre esta amplia variedad de puntos de especial interés está el Tossal de sant Miquel, solar de la antigua Edeta, Leiria, capital de Edetania, atalaya desde donde se controla toda la llanura que se despliega hasta Valencia y el mar. Un estratégico lugar habitado desde la Edad del Bronce y que dominaba el paso de norte a sur y viceversa por el territorio, zona valorada militarmente y enclave que se disputaron Pompeyo y Sertorio.
En esa zona cero y caliente de la historia se levantó allí un Beaterio de mujeres, el antiguo Beaterio de san Miguel, al que se sube por una empinada cuesta, en cuyo alto está el santuario y unas casas que habitaron las beatas que lo guardaban, llamadas beatas por no ser monjas, y que cuidaban el patrimonio religioso más preciado por los llirianos, sant Miquel, seña de identidad del pueblo. El beaterio estuvo protegido por el rey don Martín dese su fundación el 1 de julio de 1406.
Lliria hoy sigue siendo una colección interminable de hechos históricos y culturales
La imagen de san Miguel de Lliria original fue labrada por el mismo escultor que hizo la de la Virgen de los Desamparados de Valencia, de la que también predica la leyenda que “la feren els angels”, al igual que la de la Virgen. Era una talla gótica, preciosa, enorme, majestuosa. Encargada para el Beaterio por el P. Gilabert Jofré –su hermana Enrica Gilabert, era la superiora de la comunidad- que aguantó todas las guerras y catástrofes menos la de la pasada guerra civil española. En 1936 la destrozaron los iconoclastas de la persecución religiosa. José María Ponsoda, en 1940, hizo otro san Miguel siguiendo la línea del anterior.
La imagen figura a un joven ángel, con alas de oro, vestido de guerrero y armadura de plata. LLeva corona y banda militar con lazo, con manto rojo. Su lanza-cruz es sostenida por la mano derecha, en alto, contra el diablo. En la mano izquierda sostiene el escudo, con las iniciales Q.S.D. (Quis sicut Deus). Debajo del escudo cuelga su espada.
Guardián del cenobio y santo es Amadeo Civera, lliriano de pro, quien ejerce voluntariamente la labor con esmero. De continúo está llamando la atención sobre la ruina en la que están entrando algunas dependencias del lugar, pero le contestan que no hay dinero para reparar y restaurarlas. Una verdadera lástima en enclave tan histórico.
Aunque no haya oficios religiosos en su santuario este año, hoy tendrá peregrinos san Miguel, aunque tengan que colarse por las escarpadas laderas, la gente siguiendo ancestral tradición querrá estar cerca de él, subir hasta su casa, saludarle, errarle, no va a consentir que el coronavirus les arrebate algo que en Lliria y otros pueblos valencianos le es tan entrañable.
Dentro de su santuario no, pero fuera así, más de uno seguro que sus Gozos cantarán: “Abogado y protector / de la Iglesia Militante/ cuidas siempre vigilante/ de dar auxilio y favor,/ y cuando el riesgo es mayor,/ tanto es mayor tus desvelos./ Dad a nuestros / corazones, /Miguel Arcángel, consuelo.” El cierre del santuario de san Miguel y el apagón festivo hará que los numerosos peregrinos que todos los años concurren en romería no lleguen y también afecte a la vida turística, comercial y cultural de Lliria, que suele estar muy animada en estos días.
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