Crónica desde el Ávila
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"Tu mensaje es lluvia fecunda para el mundo de hoy"
El 30 de abril, pasará a la historia como una fecha memorable, inolvidable. La beatificación de José Gregorio Hernández, en medio de una pandemia que nos impidió abrazarnos físicamente, propició que millones de personas, dentro y fuera de nuestras fronteras, pudieran participar de la hermosa eucaristía en la que el Papa Francisco nos regaló el ascenso a los altares del primer laico venezolano. Los testimonios recibidos, desbordan lo predecible, y despertó en el alma de propios y extraños, ese gusanito de trascendencia, de búsqueda de Dios, que anida en el corazón de todo ser humano.
Las reseñas de misas de acción de gracias para unirse al médico de los pobres, fuera de Venezuela, sobrepasa lo ordinario. Estamos recogiendo para darlo a conocer, las noticias que nos han llegado, desde lejanos países del Asia, de remotos lugares de África, de Europa, y de muchos lugares del continente americano desde Canadá hasta la Patagonia, pasando por las islas del Caribe. José Gregorio, definitivamente, es universal. Y su mensaje es lluvia fecunda para el mundo de hoy sumido bajo el yugo del Covid19.
En esta breve crónica deseo dejar constancia de agradecimiento sincero al trabajo de la Comisión Nacional, de las Comisiones Diocesanas para la Beatificación, y de los miles de colaboradores anónimos que hicieron posible llegar a este momento de gloria.
Jornadas de trabajo y planificación, de oración y cálida esperanza, de personal calificado, de instituciones y personas que esperaron con ilusión lo que parecía un sueño. Desde el rostro sereno y bello de la niña Yaxuri, en quien quiso el buen Dios escuchar la plegaria de su mamá y abuela para que la intercesión de José Gregorio la devolviera a la vida plena, hasta los devotos que ante el templo de La Candelaria donde reposan sus restos y los orgullosos habitantes del lar trujillano que lo vio nacer y crecer, son la mejor expresión de la fe que mueve montañas y devuelve la esperanza a nuestro sufrido pueblo.
El pequeño equipo que diseñó y puso en marcha tanto la preparación espiritual como la logística nada fácil de montar la celebración, con criterio de austeridad no exento de belleza y exquisita dirección para que la magia de la televisión y las redes llevaran a los hogares la buena nueva de la beatificación, merecen el más sentido “Dios se los pague”.
Profesionales de los medios, técnicos en el montaje logístico, coros y orquestas, la competencia de Evenpro, el trabajo conjunto y cordial del equipo director en sintonía con los enlaces de los organismos oficiales, los diseñadores de los ornamentos, afiches, estampas, folletos, la generosidad de quienes obsequiaron los refrigerios a quienes trabajaron y ensayaron durante días, la amabilidad de los Hermanos de La Salle facilitando las instalaciones del Colegio de La Colina, los cuerpos de seguridad y de apoyo tanto policial como de atención sanitaria, los cientos de voluntarios que se ofrecieron desinteresadamente, en fin, de quienes nos animaron con cercanía afectiva, porque José Gregorio fue el imán que movió voluntades…
No tenemos oro ni plata, pero sí la convicción de que el servir al prójimo para animar la esperanza en medio de la dureza cotidiana, es el mejor reconocimiento para que sigamos construyendo la Venezuela posible, bajo el aire suave que acaricia lo mejor de cada uno de nosotros, movidos por la fe.
De nuevo, ¡Gracias, José Gregorio! Y bendice al pueblo que te aclama y sigue.
18.- 5-5-21 (3502)
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