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EL Papa ante el belén 'palestino' y una crucifixión blanca 'judía'
Me he detenido en una foto que muestra al Papa Francisco orando frente a un niño Jesús, acostado en un pesebre cubierto por una ‘keffiyeh’, el tocado tradicional palestino.
También el Papa estuvo absorto ante el cuadro, la Crucifixión Blanca, que Marc Chagall pintó tras la Kristallnacht, la violencia antisemita desatada por los nazis en Alemania entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938, con el Cristo crucificado con las caderas envueltas en un ‘tallèd’, el chal de oración judío, en el contexto de los pogromos centenarios que sufrió su pueblo.
No sé si son noticias de la inminente "Navidad". Tampoco sé si “navideñas” son las polémicas que surgen de una pregunta provocadora y clásica en Navidad: ¿cómo nacería Jesús hoy y dónde?
La polémica está marcada por la distancia entre lo que pasó entonces y lo que sucede hoy. Y sobre todo por la distancia entre lo poco que sabemos entonces y lo mucho que sabemos hoy.
Sabemos poco sobre el nacimiento de Jesús en aquel entonces. Sabemos que nació, por supuesto, sabemos algo de sus padres, María y José, del lugar, Belén. Sabemos muy poco sobre los detalles del evento. Como se sabe, Lucas cuenta que María "dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y los acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada". No se sabe qué tipo de alojamiento es éste. Pero el vacío de la historia evangélica se ha convertido siempre en el pretexto ejemplar para ser colmado por la "plenitud" de nuestra creatividad, imaginación,…, de nuestras historias.
Y nuestras historias de estos días todavía hablan de guerra, en Israel, en Gaza, en el Líbano, en Siria. Y así la Navidad, hoy como siempre, se tiñe de todos los colores del mundo, el Niño nace en todas partes, toma los rasgos de los hombres de todos los continentes.
Es inevitable que también este año la Navidad tenga que ver con los acontecimientos actuales de los que hablamos todos los días. Una Navidad "palestina" y un Calvario "judío".
Los seres humanos siempre utilizamos símbolos religiosos para dar fuerza a nuestras pasiones humanas. Si Jesús también nació palestino, la causa de los palestinos queda muy exaltada. Si Jesús también muere como judío, la causa de los judíos se cuenta con mucho más énfasis.
Estamos cerca de la Navidad (a eso de trece días) pero ya nos preguntamos quién es ese Niño y qué significa para nosotros su nacimiento. El creyente, en todo esto, se limita a decir una cosa sencilla y exigente: que todo puede ser aceptado, con una sola condición: que ese Niño haya verdaderamente "descendido del cielo". Es precisamente ese origen celestial el que ofrece fundamento a todas las apropiaciones terrenas.
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