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17 de septiembre, Jornada Mundial del Turismo
Hace unas décadas, pocos podían permitirse hacer vacaciones, disfrutar de días de descanso en parajes idílicos o viajar a países exóticos en busca de aventura. La práctica turística se ha extendido y el abanico de posibilidades es amplio, casi podríamos decir que hay un turismo para cada bolsillo. Sin embargo, este verano muchas personas no han podido ir de vacaciones.
El turismo nos mueve cada año a buscar estímulos lejos de nuestro hogar. La actividad turística es un motor de desarrollo económico de muchos pueblos. Este domingo la Iglesia que peregrina en España celebra la Jornada Mundial del Turismo, que, este año, con el lema «Turismo e inversiones verdes», aboga por un turismo sostenible y respetuoso con las personas y el entorno.
El turismo tiene varias caras. Sus luces y sombras son evidentes, como lo son las luces y sombras del mundo actual. La Iglesia no es ajena a ello. Sin embargo, el turismo nos ofrece un universo de oportunidades más allá de la pura actividad económica. Es una magnífica oportunidad para admirar la creación, compartir momentos con nuestros hermanos y para acercarnos a Dios.
En el libro del Génesis, «el Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín del Edén, para que lo guardara y lo cultivara» (Gen 2,15). Dios nos ha confiado la misión de cuidar nuestro mundo y tratarlo con delicadeza y amor. Cuando hacemos turismo nunca deberíamos olvidar esa misión. Podemos disfrutar y contemplar la belleza del entorno que descubrimos siendo siempre agradecidos y respetuosos con ese don recibido.
La experiencia turística es más intensa cuando contemplamos el paisaje, nos integramos en él y nos relacionamos con las personas, con actitud humilde y respetuosa. A veces descubrimos realidades sorprendentes y a hermanos necesitados que nos conmueven, realidades que cuestionan nuestra comodidad. Alejarse de lo conocido es abrirse a lo nuevo y es una oportunidad de aprender, de conocer otras culturas. Viajar nos permite disfrutar de la hospitalidad, de la bondad de las personas, y compartir otras formas de vivir. Un trato humano y amable nunca lo olvidamos, como el más bello paisaje o un majestuoso monumento. El encuentro con el hermano es una manera de entrar en contacto con Jesucristo.
El turismo es una actividad que genera mucho trabajo y permite vivir a muchas personas. Sin embargo, es uno de los sectores con condiciones de trabajo que no siempre respetan la dignidad de los trabajadores: largas jornadas, sueldos bajos y mucha presión. Pensemos en ello y planifiquemos nuestras vacaciones dando nuestro apoyo a aquellas entidades e iniciativas que ofrecen un buen servicio y son honestas y responsables con su personal contratado.
Cuando viajamos como turistas, seleccionamos lugares de interés para visitar. En la lista de posibilidades siempre encontraremos algún templo. Desde hace siglos, los católicos han preservado nuestro patrimonio cultural, que ayuda a comprender nuestra historia y espiritualidad. En este sentido, recientemente, en la diócesis de Barcelona, se ha puesto en marcha la iniciativa Barcino Sacra Card, que permite a los visitantes hacer un singular recorrido por dicho patrimonio.
Queridos hermanos y hermanas, pido al Señor que el turismo sea una oportunidad para el crecimiento personal, cultural y espiritual. Que esta agradable experiencia dignifique a aquellas personas con las que entraremos en contacto y nos haga sensibles a sus necesidades.
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