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Semana Santa ante el Cristo de Velázquez:(6, 7, 8): Viernes, Sábado, Domingo

Semana Santa en Ejercicios Espirituales ante el Cristo de Velázquez

Viernes Santo de Cruz y consumación: Espíritu entregado

¡Se consumó!¡Por fin murió la muerte!

Solo quedaste con tu Padre –solo

de cara a Tí, mezclásteis las miradas

-del cielo y de tus ojos los azules-

y al sollozar la inmensidad, su pecho,

tembló el mar sin orillas y sin fondo

del Espíritu, y Dios, sintiéndose hombre,

gustó la muerte, soledad divina.

Quiso sentir lo que es morir tu Padre,

y sin la Creación vióse un momento

cuando doblando tu cabeza diste

al resuello de Dios tu aliento humano.

¡A tu postrer gemido respondía

Solo a lo lejos el piadoso mar!

Semana Santa en Ejercicios Espirituales ante el Cristo de Velázquez

Sábado Santo de Silencio y noche sosegada

I, 39 Luce en la majestad de tu tormento

la luz del abandono sin reserva; resignación que es libertña absoluta,

y el “¡Hágase tu voluntad!”, reviste

con velo esplendoroso tu martirio.

Silencio, desnudez, quietud y noche

Te revisten, Jesús, como los ángeles

de tu muerte; se calla Dios desnudo

y quieto en su tiniebla.¡De tu Padre

dentro el silencio fiel tan solo se oye;

de tu amor el arrullo que nos llama

con brizador susurro a nuestro nido,

puesto en tus brazos sobre las tinieblas

por las que rompe de la vida el sol!

Semana Santa en Ejercicios Espirituales ante el Cristo de Velázquez

Domingo de Pascua: Espíritu de Vida y Nueva Creación

II, 11 Porque eres Tú la vida

para los hombres luz, y así al morirte

se quedaron a oscuras; mas tu muerte

fue oscuridad de incendio, fue tiniebla

de amor abrasadora, en que latía

de la resurrección la luz.

III, 24 ¡Sin Tí, Jesús, nacemos solamente

para morir, contigo nos morimos

para nacer, y así nos engendraste!

IV Oración final

Tú eres resurrección y luego vida:

¡llámame a Tí, tu amigo, como a Lázaro!

Llévanos Tú, el espejo, a que veamos

frente a frente tu Sol y a conocerle

tal como él, por su parte, nos conoce...

¡Dame, Señor, que cuando al fin vaya rendido

a salir de esta noche tenebrosa

en que soñando el corazón se acorcha,

me entre en el claro día que no acaba,

fijos mis ojos de tu blanco cuerpo,

Hijo del Hombre, Humanidad completa.

En la increada luz que nunca muere;

mis ojos fijos en tus ojos, Cristo,

me mirada anegada en Tí, Señot!

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