Creo que se ha ido, en mi opinión, uno de los más grandes teólogos de lengua hispana del post-concilio. Y, subjetivamente, siento que me he quedado un poco huérfano de quien fue uno de mis grandes formadores y, me animo a decir, hermano mayor y amigo.
Desde su palabra teológico-profética buscó siempre la desautorización de la muerte y sus victimarios, y la rehabilitación de las víctimas como corazón de la Causa del Reino.
Todo había cristalizado unos veinte años antes, con el mismo gesto, desnudándose ante el obispo y ante su padre, entre sus amigos, detrás de su vergüenza, delante de Dios. Así, dejó caer todos sus ropas y sus disfraces. Y se fue, desnudo y desnudándose. Durante veinte años.
Desnudándose de tradiciones que asfixian y anclan para andar ligero, rechazó las formas de vida religiosa –reglas– que desde dentro y desde fuera le aconsejaban para que “acomodara” su propuesta sin propuesta.
Francisco, desnudo al comienzo y desnudo al final...
Toda teología eucarística, toda piedad eucarística y toda celebración eucarística, con sus ritos, gestos y palabras tienen que evocar y actualizar el hecho y el sentido de lo que ubicamos en el Jueves santo.
Cuando algunos judíos le preguntaron a Jesús que había que hacer para ganarse la vida eterna, lo único que respondió es: mirar hacia los costados y no pasar de largo ante el sufrimiento ajeno. Frente al dolor del hermano, todo pasa a un segundo plano y queda relativizado… aún el piadoso ir al Templo.
Quizá necesitemos un poco más de humildad intelectual-espiritual: lo que hoy no puede explicar la ciencia no tiene por qué explicarlo la fe.
Ser santo –creo yo– es vivir totalmente entregado a Dios y totalmente entregado a los hombres, “sin confusión pero sin separación”.
Se trata ni más ni menos que de re-memorar y con-memorar la vida y la muerte de Alguien importante para que confronte, ilumine, sostenga y sacuda nuestra(s) propia(s) vida(s) y muerte(s). De lo contrario será, una vez más, asistir a espectáculos litúrgicos de dudoso gusto estético y de menor impacto ético
El Misterio último de todo al que llamamos Dios, en la carne de Jesucristo, experimentó e hizo suyos, de alguna manera, todos esos “entre” los cuales se escribió la biografía de Jesús y, hoy, se tensiona las nuestras. Y por eso nos entiende y sostiene
Hoy necesito desviar la mirada de la escena del nacimiento tal y como la narran los evangelios –marcadamente teologizada–, y remitirme a lo que los cristianos definimos como el misterio de la encarnación.
La encarnación afirma el compromiso irrevocable y la solidaridad irrenunciable de Dios con la creación y su historia.
En el nacimiento de Jesús de Nazaret se revela, se patentiza, se manifiesta, de un modo único e insuperable lo que el Dios-totalmente-otro siempre ha sido, dialécticamente, para nosotros: un Dios-totalmente-cercano.
Creo que hoy, desde las perspectivas de la ecoteología, hay que dar un paso más, afirmando y profundizando cómo se da esa unión de lo divino con toda la creación, animada e inanimada; no sólo con lo humano.
En el margen y de noche, en silencio y sin solemnidades, entre pajas y sin incienso, desde la impotencia y fragilidad de un Niño, (re)nace la Vida.
* Vida, muerte y resurrección son “momentos” que podemos y debemos considerar separadamente pero que sólo alcanzan plena intelección cuando los contemplamos sinópticamente, uno a la luz del otro.
* Se impone deconstruir cierta teología y espiritualidad que se ha construido sobre una presunta eterna y misteriosa voluntad de Dios que habría predestinado la salvación del mundo a través de la muerte de su Hijo, por el derramamiento de la sangre.
* No se puede entender la vida ni la muerte de Jesús sin poner en el centro del drama el conflicto con el Templo: fue una tensión que, in crescendo, atraviesa todo su ministerio hasta desembocar en la cruz.
* Nuestras “cruces” tienen, al igual que la de Jesús, causas históricas más o menos identificables. Dios ni “manda” ni “permite” los sufrimientos.
* Jesús, desde el poso de su confianza, acrisolado en los últimos días agónicos de su vida, supo, como se sabe desde la fe, es decir, sin certezas absolutas, que la muerte no podía ser lo último y definitivo.
* La resurrección no es la revivificación de un cadáver ni es una vuelta a esta vida, sino que es la “entrada” gloriosa del Crucificado en el Misterio pleno de Dios, promesa para toda la creación vocacionada también a ser uno con Él, en este devenir evolucionista desde los límites de la nada hacia la gloria plena que se consumará cuando “Dios sea todo en todos”.
Si olvidamos este horizonte histórico de comprensión del misterio pascual, terminamos reduciendo la semana santa a un conjunto de celebraciones piadosas, más o menos emotivas, pero que no permiten releer nuestras historias -actuales- a la luz de la suya -pasada-.
Creo que en cada semana santa, se nos vuelve a plantear esa pregunta que Jesús dirigió a sus discípulos cuando todo se estaba volviendo un tanto confuso y peligroso… y muchos habían decidido buscar otros caminos y otros mesías: salvación sin cruz.
¿Ayudamos a que “el poder de la palabra” se alimente de la razonabilidad del discurso de fe y no en argumentos de autoridad hoy muy poco sustentables -entre otras cosas- por la falta de autoridad moral y de credibilidad de quien se los adjudica?
Puesto que Jesús aceptó morir para revelar lo que Dios no quiere, supondrá la invitación a evitar que se siga crucificando inocentes, esgrimiendo el poder de la palabra y de la sangre.
Hablamos del Misterio de Dios a partir de experiencias humanas, antropomorfizando lo divino. Y nuestra imaginación y lenguaje conceptual se mueve siempre dentro de las coordenadas espacio-temporales… todo un problema para referirnos a un Dios que es puro Espíritu y no “tiene tiempo” ni “ocupa lugar”
Todo discurso e imaginario escatológico debería estar enmarcado y atravesado por la virtud-sentimiento de la esperanza
La consumación escatológica será un acto de amor de ese mismo Dios (consumador) con lo que pondrá fin a lo que siempre ha sido esta historia: una historia de salvación
"La realidad de la guerra, con la catarata de irracionalidades, muertes injustas, vidas truncadas y sinsentidos varios que conlleva es, sin duda, uno de los grandes males de la humanidad que claman al cielo"
¿Quién manda y detiene -o puede detener- la lluvia? ¿Quién manda y detiene -o puede detener- la guerra? Leyes de la naturaleza en un caso, libertades humanas, en el otro, que producen dolor y muerte.
"Las súplicas van dirigidas a quienes son los responsables de detener este fratricidio, y Francisco lo hace en el nombre del Dios de la paz… el Omnipotente que se vuelve Impotente ante la decisión libre de sus hijos prepotentes de hacer la guerra"
"La oración sirve para expresar(nos) ante Dios y ante quien quiera escucharnos, nuestros gozos y, en este caso, nuestros dolores; sirve para cambiarnos a nosotros y, quizá, para movilizar los corazones de quienes nos oyen… ¡pero no para cambiar a Dios de impasible a pasible!"
"Hacer teología, pensar creyentemente (en forma adulta) supone asumir ese duro dato de realidad, y preguntarnos: ¿si no intervino en el destino de su Hijo -y esto porque habría implicado violar la libertad de los hombres que habían decidido que su propuesta era in-útil-, tenemos derecho a reclamarle que lo haga en nuestras historias?"
"Todos somos Abel y todos somos Caín. También en esta nueva página de irracionalidad de la historia humana que estamos ahora escribiendo. Y de las pequeñas guerras y los sutiles fratricidios que protagonizamos todos los días"
"También a lo largo de este 2021 el COVID 19 -y otros “virus” no menos letales- han sembrado muerte a lo largo y a lo ancho del planeta tierra"
"¿Qué le dice a mi presente, el nacimiento de ese judío hace más de veinte siglos?"
"Su natividad, más allá de ángeles, estrellas, magos, pastores y animalitos, es un hecho históricamente aceptable"
"El no saber el día ni el lugar exacto en que vino al mundo ese Hombre, ya sugiere a mi fe todo un modo de revelarse la divinidad; más en concreto, cómo lo divino destella en lo humano: discreta y anónimamente"
"La cuestión religiosa fundamental no se dirime proclamando si Jesús es rey o no, sino aclarando qué se entiende por reyecía y por reinado"
"Cuando Jesús habla del tema no lo relaciona consigo mismo -si él es rey o no- sino con su Padre: habla del Reino de Dios y del Dios del Reino… sin confusión y sin separación"
"Dios reina -se hace su voluntad- cuando se dan circunstancias humanas bien concretas y, aparentemente poco sagradas o, si se prefiere, bastante profanas, que tienen que ver siempre con la superación de situaciones de des-humanización"
"Sería bueno recuperar la tradición teológico-espiritual franciscana que remite al Dios que se revela en Jesucristo de un modo eminente en el pesebre, la cruz y la eucaristía (...) Es la omni-potencia de un Dios que, libremente, se (des)vela en la im-potencia de lo aparentemente anti-divino, débil y vulnerable"
"En la vida de Pedro, la palabra poética se vuelve anuncio y denuncia profética, exteriorizada sin tapujos, como obligación de quien debe pastorear un pueblo pisoteado en su dignidad"
"Pedro-poeta encontró en el verso-sin- verso su desahogo y nuestro consuelo"
"En ese ir derramando palabras que buscan nombrar al Innombrable, el poeta es consciente del constante riesgo de manipulación en el que corremos al hablar de lo Totalmente Otro"
"Todo poeta es un profeta... Todo poeta ausculta a su pueblo y lo traduce en grito, en clamor"
"Desde el inicio, lo simbólico marcó todo el programa de cómo sería su pastoreo: nunca usó báculo, anillo ni mitra “tradicionales”, sino una suerte de remo, un anillo de palmera (tucum) y un sombrero de paja"
"Nunca dejó de soñar otra iglesia que -además de una, santa, católica y apostólica- tenga como nota definitoria la desnudez"
"Nuestra fe se ha nutrido y se ha con-formado (¿de-formado?), durante siglos, por los bellos relatos evangélicos sobre la resurrección y las apariciones del resucitado, pero tomados de un modo literal olvidando lo mucho que tienen de legendario, sin el mínimo esfuerzo por una lectura crítica"
"La resurrección de Jesús y con la de él la nuestra, conforman la ratificación de su historia y sostienen, esperanzadamente la nuestra… en un mundo donde sigue abundando tanta injusticia y tanta muerte"
"Confesar que Jesús resucitó es afirmar que en su condición humano-terrena ya no existe más, y es proclamar que él ya ha llegado a ser uno con Dios, que es el Amor… ni más ni menos que el fin de toda la creación: que Dios sea todo en todos"
El llamado “sábado santo” es un día sin tiempo y de espacio vacío, como un flotar entre el ser y no ser: ya no hay crucificado (y tampoco resucitado)
¿Es la muerte el último acto de este drama que es la vida? ¿tiene ella la última palabra sobre nuestra historia de aciertos y desaciertos? ¿vale la pena amar, sin reservas y hasta el fondo, si todo va a parar a una fosa? ¿qué queda detrás de la lápida? ¿qué queda después para los vivos? ¿volveremos a abrazarnos? ¿tendremos una oportunidad última para decir aquello que nunca pudimos decir?
El viernes, a la par del crucificado, se nos otorgó el derecho a gritar desde nuestras cruces. Y hoy, sábado, reivindico el derecho a callar, a dudar y a suspirar; a romper el silencio sólo para preguntar.
Se trata de la vida. Se trata de la muerte. Y se trata de un modo de concebir y desplegar la vida que se puede ver amenazada por un modo de muerte.
Amores y desamores, sentidos y sinsentidos, compañías y soledades, que atraviesan, también, nuestras vidas. Y que, de un modo simbólico se condensan en los últimos momentos de aquel profeta galileo y nosotros rememoramos en la llamada “semana santa”
Temo que el atolladero de celebraciones litúrgicas –con todos sus ritos, palabras y gestos, muchos in-significantes, por cierto– que propone la iglesia, nos hagan perder de vista lo esencial: replantearnos cómo y desde dónde vivimos.
La escena en el templo es clave para entender la vida y la muerte de Jesús pero, sin embargo, aún no la hemos internalizado ni hemos sacado las consecuencias teológico-prácticas que se derivan
Lo que se pone en tela de juicio es una determinada imagen de Dios de la cual se deriva el dónde encontrarlo y el cómo adorarlo
Jesús propone una suerte de “desplazamiento del centro de gravedad de la religión” que propongo graficar en un doble movimiento: del templo a Jesús y de Jesús al pobre/sufriente
Jesús de Nazaret, verdadero hombre, fue tentado (a lo largo de su vida); y lo fue en aquello que constituye lo más nuclear de cada persona: su identidad última (filiación) y su vocación (mesianismo)
Se pone en tela de juicio, en primer lugar, si en verdad es el Hijo amado y, luego, si lo es, qué implica eso, cuáles son sus poderes mesiánicos concretos y cómo reacciona frente a las amenazas y negatividades de su vida
Jesús no bajó de la cruz y quizá –no lo sabemos– entregó el espíritu con más de una pregunta atragantada, sin responder
“¡Alégrense… no tengan miedo!” proclaman los ángeles en la noche de Belén. Lo mismo se escucha en el amanecer de la Pascua. Es la voz de Dios que resuena en la cueva del nacimiento y vuelve a sonar, animadora, en el sepulcro vacío"
"En los relatos evangélicos de la infancia –como en otras tantas páginas bíblicas– “no todo es histórico pero todo es verdadero”
"En estos días tan teñidos de muerte e incertezas, se nos anuncia la llegada de una Vida que comienza a ofrecer salvación (humanización), pero no a golpes de milagros, sino desde abajo y desde lo frágil asumido"
* La parábola que Mateo pone en labios de Jesús creo que resume muy bien lo nuclear de la propuesta jesuánica del reino: la praxis de misericordia ante las diversas formas de sufrimiento.
* La necesidad de responder ante el dolor urgente de quien yace al costado de mi camino no queda supeditada a ninguna excusa posible… por más “religiosa” que sea
* Ya no es Dios el llamado a evitar el sufrimiento del hombre, sino que el hombre es el convocado a evitar el dolor de Dios en la historia
* El texto de Mt 25,31-46, nos invita a repensar los “lugares” donde buscamos a Dios. Quizá quepa también aquí aplicar el texto de UR 11 para ensayar una jerarquización de esos lugares
"Paradójicamente, aquello que más lo movilizó e hizo gozar -la búsqueda de la fraternidad universal inicializada con sus hermanos de proyecto- fue también lo que más lo hizo sufrir"
"Ante esas situaciones que deshumanizan tanto a la víctima como al victimario, la propuesta pedagógica del Poverello es la praxis de misericordia: la oferta -una y mil veces- de la mirada y el abrazo misericordioso que hospeda sin juzgar, que acoge sin pedir conversión, que acepta sin exigir examen de conciencia"
“El perdón no implica olvido. Decimos más bien que cuando hay algo que de ninguna manera puede ser negado, relativizado o disimulado, sin embargo, podemos perdonar. Cuando hay algo que jamás debe ser tolerado, justificado o excusado, sin embargo, podemos perdonar. Cuando hay algo que por ninguna razón debemos permitirnos olvidar, sin embargo, podemos perdonar” (FT 250)