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Premio del Centro de Memoria, paz y Reconciliación de Bogotá, en la categoría "A toda una vida"
Ayer, 11 de septiembre, en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá, se conocieron los ganadores del Premio Nacional de Derechos Humanos en Colombia; este reconocimiento, que llega a su edición decimotercera, es otorgado por Diakonia y Act Iglesia Sueca y fue dado a la Asociación de Afectados por la Construcción del Proyecto Hidroeléctrico El Quimbo; a la Fundación Forjando Futuros; a Pablo Cala, buscador de los desaparecidos y defensor de los derechos humanos; y a Albeiro Parra, presbítero de la diócesis del Chocó, defensor de los derechos de los pueblos indígenas y afrodescendientes y trabajador incansable por la paz y reconciliación en este país. Admiramos a estas personas y organizaciones que luchan incansablemente un país tan peligroso para los líderes y defensores de derechos humanos; según Indepaz, en lo que va de este año, han sido asesinados 117 hombres y mujeres comprometidos con esta causa.
El Padre Albeiro, de la diócesis de Quibdó, recibió el premio en la categoría “A toda una vida” y con él se reconoce que ha dedicado su ministerio sacerdotal a las víctimas, a los que han sufrido y siguen sufriendo la guerra, la injusticia, la violencia, la muerte. Es muy esperanzador saber que alguien que por vocación se ha consagrado a Dios, lo hace consagrándose a las víctimas; así lo vimos en Jesús, su religión era el sufrimiento de los pobres y daba culto a Dios cuidando a desfavorecidos, dando vida y vida en abundancia. Participar del sacerdocio de Cristo significa descender con él a los infiernos, allí donde hay desesperación y la vida se muere, allí donde Dios mismo parece no estar, y poner allí el cielo, ofrecer esperanza, vivir la resurrección. Albeiro desciende a los infiernos de esta Colombia y pone allí salvación y tiene así muy bien merecida su distinción. El galardón “A toda una vida” que recibe Albeiro, junto a los demás defensoras y defensoras de derechos humanos, enciende esperanza en esta Iglesia y este pueblo de Colombia.
El padre Albeiro, como él mismo lo dijo al recibir el premio, no está solo, está con él la Iglesia del Chocó, la diócesis de Quibdó, que siempre se ha caracterizado por ponerse al lado de las víctimas de la violencia, que ha reivindicado las luchas de los campesinos, negros e indígenas, que ha defendido su territorio de los intereses de la minería, de los megaproyectos, el narcotráfico y las economías ilícitas, que se ha puesto de parte de los migrantes que pasan por allí buscando nuevas oportunidades, que propicia diálogo entre los combatientes y trabaja por la paz. Felicitar hoy a Albeiro es felicitar a la Iglesia de Quibdó y la de todo el litoral pacífico. Que Dios y nosotros todos cuidemos a Albeiro y las personas y organizaciones que ganaron el Premio Nacional de Derechos Humanos; ganar ese tipo de premios es riesgoso en Colombia.
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