Las ideas de Jesús sobre el reino pueden ser decisivas para entender el cristianismo. Parece que de él dependería la doctrina que ha de entenderse propia de esa religión. O quizá no a tenor de los estudios que sobre estos personajes se han elaborado desde hace doscientos años.
Una vez establecidas las ideas principales que en el Mediterráneo oriental configuraban las ideas de reino y rey, es hora de ver algún caso de nuevo reino en la zona.
¡Cuán difícil es en el ámbito de la historia antigua fiarse de la tradición oral! Escribo sobre "Ulteriores características de la tradición oral en torno a Jesús de Nazaret. Inseguridad y prudencia".
La expresión reino de Dios es sumamente confusa: o el rey es la divinidad conocida como Dios, o es un reino que pertenece a Dios pero tiene un rey. El judaísmo tenía claros esos conceptos.
El cristianismo ofreció al Imperio una idea nueva y, por lo menos, curiosa: un nuevo reino cuyo director no era el Emperador sino la Divinidad suprema. También lo ofrecía el judaísmo, con consecuencias bastante trágicas, por cierto. Quizá sea oportuno registrar las ideas que sobre el concepto de reino divino aparecieron tanto en el judaísmo como en el cristianismo.
La existencia de un resto bueno de Israel que fuera el receptor de las bendiciones divinas por comportarse según deseaba Yahvé es una peculiaridad del pensamiento de Jesús y Pablo. La idea, sin embargo, se difuminó en otras especulaciones a la muerte del de Tarso.
Cuando Pablo de Tarso predicó entre los gentiles pensaba en el resto bueno. Si no en todos los lugares en los que se presentó, sí, al menos, en el único al que dirigió una carta sin haber estado presente antes: Roma. La comunidad judía de la capital leyó su razonamiento sobre el resto bueno.
El “resto bueno” es un concepto muy presente en las predicaciones de Jesús y Pablo tal como las reconstruye la crítica independiente. Veámoslo aplicado al primero y a su maestro, el Bautista.