Extraído de "Sinfonía divina, acordes encarnados" Edit. PPC
" Y más que profeta, Franciscus" (III Domingo de Adviento)
Escribe Antonio Piñero
Termino hoy la cuestión de por qué pudo Pablo, que ere un judío muy fiel a su religión, pudo hacerse un fiero perseguidor de la nueva secta mesiánica de los “nazarenos”, seguidores de Jesús que en sus momentos iniciales no se diferenciaban de otras sectas judías, en especial el fariseísmo más que en la creencia de que el Mesías había venido ya a la tierra y que este era Jesús de Nazaret, mesías a pesar de haber muerto crucificado por los romanos. Un mesías fracasado era, sin embargo, el verdadero mesías.
Ahora bien, el rechazo de estas ideas mesianistas no tendría por qué haber conducido a Pablo a una oposición tan sangrienta como para condenar a muerte a los que lo seguían. Era normal que los fariseos permanecieran tranquilos ante el fenómeno de la aparición de una nueva corriente teológica (en este caso la fe en Jesús Mesías) dentro del judaísmo. Ello se refleja en la reacción del gran rabino Gamaliel, quien se manifestó no partidario de tomar medidas disciplinares contra los apóstoles, dejando a la mano de Dios el juicio sobre su verdad (Hch 5,38-49).
Si se cree a Hechos, tal teología, que afectaba a la Ley y a la religiosidad del Templo, era molesta o peligrosa para otro tipo de judíos, porque cuando se expulsó a esos judeocristianos helenistas de Jerusalén (Hch 8), las autoridades no tocaron a los apóstoles; sólo persiguieron a unos cuantos. Por tanto, la teología de los apóstoles sobre Jesús debió de parecerles inocua, pero no la de los expulsados. Así que los motivos teológicos contra los judeocristianos helenistas podrían constituir una razón plausible de la persecución.
Pero este caso es también dudoso. ¿Es creíble esta pintura lucana de unos jefes religiosos que persiguen a la masa de los creyentes, pero dejan libres a los cabecillas? ¿Se puede perseguir a muerte por discutir sobre la Ley y no tener una religiosidad notoria respecto al Templo? O ¿por hablar de Jesús a los gentiles?
Con ciertas dudas podría decirse que Pablo, quien en sus cartas da a entender que operaba solo, intentara evitar que se echara más leña al fuego antirromano de la población, lo cual era peligrosísimo para el pueblo, como de hecho ocurrió: tal incendio llevó a la Gran Rebelión del 66-70 d.C. Con esta postura de prudencia, Pablo hacía en realidad el juego a los intereses del Imperio romano.
Sería un celo por Yahvé que intentaba mantener las líneas divisorias entre Israel y los gentiles…, un celo que podría implicar violencia y derramamiento de sangre… y que los judíos que vivían su judaísmo en ese mesías falso eran “quintacolumnistas” dentro de Israel. Así el celo persecutorio de Pablo no provendría simplemente del afán de que guardasen las disposiciones de la Torá (celo por la Ley), sino de una radical determinación de defender la santidad de Israel, tratando de destruir (vv. 13-23) a aquellos judíos que desde su punto de vista y por lo que fuera empezaban a derribar las barreras que mantenían a Israel como pueblo aparte” (James Dunn, The Theology of Paul the Apostle 2012, I 410).
Abandonar las “tradiciones patrias” supondría para Pablo que el pueblo elegido perdía sus marcas de identidad. En especial criticaría la comensalidad de judíos con gentiles, que era notoriamente ofensiva para un “fariseo”, pues significaba impureza y dejación en la práctica de la segregación necesaria entre los “elegidos”, los judíos piadosos (bastantes entre ellos defendían en la época que los gentiles eran intrínsecamente impuros ritual y moralmente, debido a su idolatría y falta de ética: Hch 10,28: Vosotros sabéis que a un judío no le está permitido unirse o acercarse a un extranjero; pero Dios me ha manifestado que no debo llamar profano o impuro a ningún hombre) y la “massa damnata”, los gentiles pecadores (Gál 2,15), o quizás también la admisión de gentiles a sus reuniones de seguidores de Jesús sin obligarles a circuncidarse... Lo malo de esta hipótesis es la imposibilidad de concretar cuáles eran las tradiciones patrias, abandonadas por los nazarenos de Damasco que podrían provocar una persecución sangrienta.
Sea como fuere, porque ninguna de estas razones parece suficiente para una persecución a muerte, muchos estudiosos sostienen que Pablo mismo exagera sus afanes persecutorios, en su deseo de mostrar a los gálatas (1,13) y a los filipenses (3,6) la potencia de la intervención divina en su persona, en el cambio de perseguidor a proclamador de la fe en Jesús Mesías. Lo más probable, de acuerdo con el espíritu fariseo, es que el Apóstol se opusiera a los judeocristianos mediante la palabra, esto es, que hablara contra ellos y los desautorizara públicamente o que incluso los denunciara, en ciertos casos, ante las autoridades judías, pero no mucho más. Sin embargo, el vocabulario paulino es muy duro, permite o incluso incita a pensar en una persecución sangrienta.
Se ha defendido también que Lucas, al igual que el Apóstol, podría exagerar la persecución (Hch 8,3; 9,1-2; 22,4-5; 26,4.9-11.19) por motivos de retórica --conducir la narración de las persecuciones anticristianas a un clímax total, la muerte-- al incluir la pena capital entre los propósitos del perseguidor. Lucas estaría quizás retroproyectando a tiempos del primer Pablo unas circunstancias que solo fueron históricas más tarde. Así, en tiempos de Herodes Agripa I (años 41-44), cuando este rey –amigo de los emperadores Calígula y Claudio--, para contentar a los judíos anticristianos hizo asesinar a uno de los hijos del Zebedeo, Santiago el mayor (Hch 12,2), y cuando en el año 62, el entonces sumo sacerdote Anás (Ánano), abusando de sus poderes, hizo asesinar al otro Santiago, el hermano del Señor. De creer a Josefo, la ejecución de Santiago (y otros) se produjo en el período de vacío de control romano tras la muerte de Festo. El procurador siguiente, Albino, depuso a Ánano.
En síntesis: Lo más probable es que Pablo no se formara en Jerusalén rabínicamente ni persiguiera allí a los seguidores de Jesús, sino en Damasco. Las posibles razones por las que Pablo persiguió al nuevo grupo mesianista de seguidores de Jesús no justifican una persecución sangrienta. El porqué y la cuestión misma quedan oscuros.
Salvo descubrimiento de algún documento nuevo no podemos avanzar más que la exposición de posibles motivos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
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