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“Uno debe ser el guardián de su propio corazón. Aprendamos a custodiar el corazón”
“Uno debe ser el guardián de su propio corazón. Aprendamos a custodiar el corazón”. Con estas palabras, el Papa Francisco lanzó una advertencia para quienes critican cualquier apertura, cualquier movimiento, toda reforma, apelando a que ‘viene del diablo’.
“El desierto es un lugar que nos ahorra algunas batallas: la de los ojos, la de la lengua y la de los oídos, sólo queda una última batalla, la más difícil de todas, la del corazón. Ante cada pensamiento y cada deseo que surgen en la mente y en el corazón, el cristiano actúa como un sabio guardián, y lo interroga para saber por dónde ha venido: si de Dios o de su Adversario. Si viene de Dios, hay que acogerlo, pues es el principio de la felicidad. Pero si viene del Adversario, sólo es cizaña, sólo es contaminación, y aunque su semilla nos parezca pequeña, una vez que eche raíces descubriremos en nosotros las largas ramas del vicio y de la infelicidad. El éxito de toda batalla espiritual se juega en su comienzo: en velar siempre por nuestro corazón”, concluyó Bergoglio en su reflexión de cada miércoles, en la audiencia general, que en estos días de invierno se celebra en el Aula Pablo VI, ante varios miles de fieles.
En su catequesis, que comenzó un ciclo “sobre el tema de los vicios y las virtudes”, que hunde sus raíces en las primeras páginas de la Biblia, presentando “la dinámica del mal y de la tentación”. Ya desde el Paraíso, aparece la serpiente, “un animal insidioso: se mueve lentamente, deslizándose por el suelo, y a veces ni siquiera se nota su presencia, porque consigue mimetizarse bien con su entorno. Sobre todo por eso es peligrosa”. Y falsa. Así, miente a Adán y Eva sobre las palabras de Dios, “como se hace en los malos chismes”, respecto al árbol de la ciencia del bien y del mal.
“Esta prohibición no pretende prohibir al hombre el uso de la razón, como a veces se malinterpreta, sino que es una medida de sabiduría. Como si dijera: reconoce el límite, no te sientas dueño de todo, porque el orgullo es el principio de todos los males”, Así, añadió, “Dios coloca a los progenitores como señores y guardianes de la creación, pero quiere preservarlos de la presunción de omnipotencia, de hacerse dueños del bien y del mal. Este es el escollo más peligroso para el corazón humano, ¡del que debemos protegernos todos los días!”.
Adán y Eva, admitió Francisco, “fueron incapaces de resistir la tentación de la serpiente”, y, pronto, “se dieron cuenta de que, así como el amor es recompensa en sí mismo, el mal es también castigo en sí mismo”. “No necesitarán los castigos de Dios para darse cuenta de que han obrado mal: serán sus propios actos los que harán añicos el mundo de armonía en el que habían vivido hasta entonces. Creían que se asemejaban a los dioses, y en cambio se dan cuenta de que están desnudos, y de que también tienen tanto miedo: porque cuando el orgullo ha penetrado en el corazón, entonces ya nadie puede protegerse de la única criatura terrenal capaz de concebir el mal, es decir, el hombre”, subrayó.
Y es que, reflexionó el Papa, “la Biblia nos explica que el mal no comienza en el hombre de forma estrepitosa, cuando un acto ya se ha manifestado, sino mucho antes, cuando uno comienza a entretenerse con él, a adormecerlo con la imaginación y los pensamientos, y acaba siendo atrapado por sus tentaciones”, como el asesinato de Abel, que “no comenzó con una piedra arrojada, sino con el rencor que Caín guardaba perversamente, convirtiéndolo en un monstruo en su interior”.
Hay personas que han caído en adicciones que ya no pudieron superar (drogas, alcoholismo, ludopatía) simplemente porque subestimaron un riesgo. Se creyeron fuertes en una batalla de nada, pero en lugar de eso acabaron siendo presa de un enemigo poderoso. Cuando el mal arraiga en nosotros, entonces toma el nombre de vicio, y es una mala hierba difícil de erradicar
“Con el diablo nunca hay que discutir. Es astuto e inteligente. Incluso utilizó citas bíblicas para tentar a Jesús”, rogó el Papa “Hay que estar siempre alerta, cerrando inmediatamente el más mínimo resquicio cuando intenta penetrar en nosotros. Hay personas que han caído en adicciones que ya no pudieron superar (drogas, alcoholismo, ludopatía) simplemente porque subestimaron un riesgo. Se creyeron fuertes en una batalla de nada, pero en lugar de eso acabaron siendo presa de un enemigo poderoso. Cuando el mal arraiga en nosotros, entonces toma el nombre de vicio, y es una mala hierba difícil de erradicar. Sólo se consigue a costa de un duro trabajo”, finalizó.
Tras la reflexión, y en su saludo en polaco y en italiano, el Papa animó a "no olvidar rezar por todos los que sufren las terribles consecuencias de la violencia y la guerra, especialmente recemos por la atormentada Ucrania y por los pueblos de Palestina e Israel". "La guerra es un mal, recemos por el fin de las guerras", concluyó.
Queridos hermanos y hermanas:
Comenzamos hoy un nuevo ciclo de catequesis, dedicado al tema de los vicios y las virtudes. Como punto de partida nos situamos en el libro del Génesis, donde se presenta, de diversas maneras, la dinámica del mal y la tentación. En el relato de Adán y Eva, por ejemplo, vemos cómo Dios quiere preservar a la humanidad de la presunción de omnipotencia, de querer ser como dioses. En cambio, ellos sucumben a la tentación, no reconocen sus propios límites, la soberbia entra en sus corazones y rompen la armonía con Dios, siendo el mismo mal su castigo.
Con estos relatos, la Biblia nos enseña que no hay que detenerse a dialogar con el diablo, pensando que podremos vencerlo. Él actúa muchas veces bajo apariencia de bien. Por eso, en nuestra vida cristiana es fundamental discernir si nuestros pensamientos y deseos provienen de Dios o, por el contrario, de su adversario. Para ello es necesario que permanezcamos siempre vigilantes, custodiando el propio corazón.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. En estos días de Navidad, pidamos la intercesión de san José, Custodio de Jesús y María, para que nos enseñe a cuidar el corazón y a estar atentos a todo lo que pueda alejarnos del Señor. Que Dios los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
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