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Encuentro del Papa con la delegación ecuménica de la diócesis de Dresde-Meißen y de la Iglesia Evangélica Luterana de Sajonia
(Vatican News).- «Algunas cosas son difíciles de expresar con palabras, y esto es especialmente cierto para el misterio divino, que va mucho más allá de nuestros pensamientos y conceptos. Por eso tenemos este rico simbolismo en las iglesias, que hace tangible y concreto lo indecible: ¡velas, incienso, arte y música!» Es un gracias de corazón, el del Papa Francisco, por el «maravilloso unísono» cantado por el histórico coro Dresdner Kapellkn que introdujo su mensaje a la delegación ecuménica de la diócesis de Dresde-Meißen y de la Iglesia Evangélica Luterana de Sajonia. «La armonía que encuentran muchas voces», capaz de recordar “la obra del Espíritu Santo”, es un testimonio compartido de la fe que es “un don, un regalo de Dios” y que, por tanto, se recibe “no sólo para nosotros mismos, sino siempre también para los demás”.
En la mañana de hoy, 2 de octubre, Francisco recibió a los peregrinos alemanes (saludándoles con un cordial «Guten morgen!», «¡Buenos días!»), señalando cómo los caminos espirituales representan el «símbolo del propio camino de vida y de la gran meta final», es decir, «Dios mismo». Un concepto que el Papa encontró «bien expresado» en la versión alemana del Te Deum, un pasaje del cual, «Auf dich hoffen wir allein!», «¡Sólo en ti esperamos!», fue elegido como lema del viaje.
El viaje pretende «redescubrir juntos y para los hombres de nuestro tiempo los tesoros espirituales de la peregrinación». Compartir esos dones debe llegar hasta el prójimo, «incluidos aquellos que parecen alejados de la fe, que aún no han oído hablar de Cristo o que piensan que no tiene nada importante que decir».
Me parece que la vida de muchas personas carece hoy del sentido, la esperanza y la alegría que el mundo no puede dar. Por eso os exhorto a compartir con todos, con confianza y humildad, el sentido, la esperanza y la alegría de la fe
El testimonio, para ser eficaz, debe ser «personal y creíble». Y como criterio para esto último, «el Señor mismo menciona la unidad de sus discípulos y pide al Padre “que todos sean uno, para que el mundo crea”». El Papa agradeció a los peregrinos, en nombre de la Iglesia, por haber «tomado en serio esta misión ecuménica de Jesús, por haber intentado realizarla con esta peregrinación común y, lo que es igual de importante, en la vida cotidiana».
Tras haber elogiado la presencia de varios voluntarios en el grupo, ejemplo de ese «servicio gratuito» que es «un testimonio particularmente creíble», el Papa expresó igual admiración por la atmósfera «especial» creada por el coro Dresdner Kapellkn, un grupo con más de trescientos años de historia y, hoy en día, presente en las misas dominicales de la catedral de la diócesis de Dresde-Meissen y protagonista de giras regulares en el país y en el extranjero.
El arte en general, pero la música en particular, es un lenguaje comprendido por todos y capaz de interpelar, inspirar y elevar a las personas.
Francisco exhortó a los presentes a seguir «trabajando juntos» testimoniando «la esperanza que está en vosotros». Para ayudarles, el Papa recuerda algunas imágenes bíblicas como «la sal de la tierra», «la luz del mundo», la «pequeña semilla». Son «ejemplos en los que algo pequeño e insignificante puede crecer hasta convertirse en algo grande con la gracia de Dios, algo mucho más grande y hermoso de lo que nosotros, los humanos, podríamos haber logrado por nosotros mismos, con nuestras propias fuerzas».
A continuación, el Papa recordó un episodio histórico, el enfrentamiento entre la policía y algunos cristianos protestantes y católicos en Dresde, que se remonta a octubre de 1989. Un enfrentamiento que representó «un milagro» en el que no se disparó «ni un solo tiro» y que abrió un «camino pacífico» en otras ciudades «que nadie hubiera creído posible, y que al final condujo al “milagro” de la unidad alemana».
Francisco concluyó el encuentro impartiendo la bendición en alemán, a través de la cual pidió «todo lo que necesitamos para vivir, para nuestra peregrinación, al final de la cual se realizará nuestra gran esperanza: la plena armonía en comunión con Dios y entre nosotros». «Y recen por mí, este trabajo no es fácil», fue el comentario final del Papa. «Pero rezad por mí, no contra mí».
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