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Apodado 'el médico de los pobres', fallece el purpurado italiano más anciano
(Vatican News).- El Cardenal Luigi De Magistris, penitenciario mayor emérito, falleció en la noche del miércoles 16 de febrero a los 95 años de edad. Lo ha anunciado la Arquidiócesis de la capital sarda. “El arzobispo de Cagliari, Giuseppe Baturi, y toda la comunidad diocesana, recuerdan con admiración y gratitud la intensa labor apostólica del Cardinale De Magistris y eleva fervorosas oraciones al Señor para que reciba a este servidor fiel en la Jerusalén celeste y conceda consuelo a su familia y a todos aquellos que disfrutaron de su amistad durante el tiempo de su vida terrena”, se lee en un comunicado.
A partir de las 15 horas del miércoles 16 se abrirá la cámara fúnebre en la Catedral de Santa María Assunta y Santa Cecilia, mientras que el servicio fúnebre se celebrará el jueves 17 de febrero a las 11 horas. Con la muerte del Cardenal De Magistris, el Colegio Cardenalicio pasará a estar formado por 213 cardenales, de los que 119 son electores y 94 no electores.
Tras haber conocido la noticia, el Papa Francisco envió un telegrama a monseñor Giuseppe Baturi, en el que expresa su cercanía y sus condolencias tanto a la familia del purpurado, así como al presbiterio y a todos los fieles.
"Al recordar a este querido hermano que, animado por un irreprochable celo sacerdotal, sirvió al Señor y a la Iglesia con gran dedicación -añade Francisco-, pienso con gratitud en su generoso compromiso con la Santa Sede como colaborador diligente y sabio de mis predecesores".
A continuación, el Pontífice destaca el amor por el ministerio de la reconciliación que el cardenal "desempeñó siempre con admirable asiduidad, empeñado en el bien de las almas". Finalmente, el Santo Padre asegura su oración para que Dios "acoja a este fiel servidor en la Jerusalén Celestial", e imparte su bendición a quienes participarán en el rito fúnebre.
El Cardenal De Magistris era el más anciano del purpurado italiano, habría cumplido 96 años el 23 de febrero. Transcurrió muchos años de su vida dedicándose al sacramento de la reconciliación. En una entrevista concedida a L’Osservatore Romano en julio de 2015, había afirmado que, para ser buenos confesores, se necesita ser “cultos y buenos”, poseer “una buena formación y también un profundo conocimiento de la teología moral, junto con una actitud amorosa hacia el penitente, quien no debe tener miedo de confesarse”.
Sobre la causa principal de la desafección a este sacramento, decía que “en el fondo está el orgullo y, por tanto, la presunción de no necesitar en la presuposición de ser perfectos. De hecho, para confesarse se debe reconocer humildemente las propias culpas y que se necesita el perdón”. “En una sociedad donde todo se presenta como lícito, se ha perdido el sentido del pecado – había expresado”.
“Tal vez sea responsabilidad en parte de nosotros, los sacerdotes, que a menudo hemos sustituido la catequesis por mucha cháchara que poco beneficia a las almas de los fieles”, dijo
Nacido en Cagliari, menor de los seis hijos de Edmondo -llamado “el médico de los pobres” por los habitantes de Cagliari- y de Agnese Ballero, el cardenal Luigi De Magistris recibió una educación basada en la práctica diaria de la caridad hacia todos y especialmente hacia los más necesitados.
Se licenció en letras en su ciudad natal, luego se formó en el Seminario Romano y fue ordenado sacerdote por el arzobispo Paolo Botto en la catedral de Cagliari el 12 de abril de 1952. Ocupó varios cargos en su archidiócesis y en el Vaticano. Nombrado obispo titular de Nova por Juan Pablo II el 6 de marzo de 1996, fue consagrado el 28 de abril del mismo año por el Cardenal Giovanni Canestri en la colegiata de Sant'Anna de la capital sarda.
El 22 de noviembre de 2001 se convirtió en penitenciario mayor. En 2003 renunció a sus funciones institucionales por límite de edad, pero siguió trabajando en la cura de almas en las comunidades romanas de San Francesco a Ripa y, sobre todo, de San Salvatore in Lauro. En 2010, por motivos de salud, regresó a su ciudad natal. Acogido por el Arzobispo Giuseppe Mani y por Monseñor Arrigo Miglio (que sucedió a Monseñor Mani en febrero de 2012), desempeñó, hasta hace unos años, el ministerio de confesor en la catedral. Fue creado cardenal por el Papa Francisco en el Consistorio del 14 de febrero de 2015.
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