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El obispo de Bangassou en Niakari, la base de los rebeldes
Hoy ha sido un día especial. Un sacerdote y yo nos fuimos esta mañana a Niakari, la base de los rebeldes. Hemos ido a pie.
Hemos estado toda la mañana resbalando por los dedos de la Providencia, es decir, hemos ido a la boca del lobo. Les hemos pedido que se vayan, que la población tiene mucho miedo porque van armados hasta los dientes, que dejen que los niños vuelvan a la escuela y que dejen que los médicos sin fronteras vayan el lunes para atender a la población y a ellos si alguno está enfermo.
Ellos me hablaban de política y yo les decía que yo estaba hablando del pueblo llano, el que paga los platos rotos en las guerras, que nosotros éramos la voz de todos los sin voz que no podrán nunca presentarse frente a ese "general" de un país extranjero que había aceptado de recibirnos.
Era un grupo de 40 mercenarios de varias nacionalidades, mayoría musulmanes. Nos han dicho que sí, que vuelva la gente porque sin gente no tienen mercado ni comida. No tienen comida, eso lo hemos visto. Les hemos dicho que se desarmen, que con armas a la vista la gente no volverá... No hemos visto que tengan ganas de atacar Bangassou. En fin, allí los dejamos. Se lo pensarán. Pero nos trataron con respeto.
Algunos tenían una camiseta del Barcelona y del Madrid y del Atlético y yo les decía si no se peleaban entre ellos. Eso les hacía reír. Risas de jóvenes rebeldes condenados a la violencia.
Nosotros fuimos caminando al hospital saqueado, a la misión católica, que está bastante bien, por ahora, porque hay algunos católicos entre los rebeldes. Hemos ido al mercado a hablar y animar a los pocos que hemos visto. Llegó una chica encinta de 9 meses y le dije que cómo iba a parir si allí no hay ni matrona ni hospital. No me respondió.
Os mando algunas fotos.
Yo estoy bien, con un poco de insolación que se ha ido con aspirina. La gente en Bangassou sigue en la selva, huída. Pero queremos que los niños vuelvan a la escuela el lunes.
¡¡¡Gracias por vuestras oraciones!!!
Abrazos.
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