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El núcleo del cristianismo no es la Curia, sino los pobres y hambrientos

PANTOCRATOR
  1. FIESTA DE CRISTO, SEÑOR DEL UNIVERSO: PASTOR DE LA HUMANIDAD.

Con la fiesta de Cristo Señor del universo –Cristo rey- terminamos el año litúrgico.

Fue el papa Pío XI quien en 1925 instituyó esta fiesta, por lo que es una celebración relativamente nueva y fue promovida en el contexto laicista del momento.

Mejor olvidar viejas connotaciones socio-políticas sobre Cristo Rey, que subyacen a esta fiesta de Cristo como Señor del Universo.

Cristo como señor de la historia no tiene nada que ver con la monarquía, ni con ningún sistema político. Mejor dejar de lado lo que hace referencia a lo militar, a las patrias, al poder y la violencia.

Una curiosidad bíblica

El cuarto Evangelio (Juan) tiene una ironía muy fina.

Resulta que San Juan es el único evangelista que no emplea nunca la expresión Reino de los cielos / Reino de Dios[1]. En cambio en el evangelio de Juan hay rey: Jesús. “Yo soy rey”

El diálogo entre Pilato y Jesús es majestuoso y tiene su retranca: Pilatos le pregunta ¿Tú eres rey?

¿Qué clase de rey es uno que va a ser condenado a muerte?

Es condenado a muerte porque el Reinado de Jesús no es como los de este mundo. (Jn 18,37).

  1. Cristo: sentido de la vida, de la historia.

Fue casi el último pensamiento que redactó P. Teilhard de Chardin (si bien había presidido toda su vida).

Cosmogénesis = Biogénesis = Noogénesis = Cristogénesis.[2]

Cuando decimos: Creo en Dios Padre, creador... podemos pensar o soñar que, sea como fuere el comienzo, (un big-bang original del que nació uno o muchos universos), estábamos en los albores del cosmos (cosmogénesis). La complejidad del universo (o multiversos) hizo brotar la vida (biogénesis) y la evolución de la vida llevó al conocimiento (inteligencia, al hombre inteligente: noogénesis[3]), que concluyó en Cristo (Cristogénesis).

Cristo es Señor del Universo.

Cristo rey significa que el Señor es el comienzo y el fin de la historia.

  1. La imagen del Pastor.

La liturgia de hoy está impregnada por la amable imagen del buen Pastor:

Late en la Palabra de hoy la bondad del Buen Pastor: Yo soy el Buen Pastor que conozco a mis ovejas y ellas me conocen, (Jn 10). Palpita igualmente el cuidado del Buen Pastor por las ovejas perdidas (Lc 15). Jesús siente lástima, porque aquel pueblo -y el nuestro- caminamos como ovejas sin pastor (Mc 6,34).

Jesús es rey como un buen Pastor que cuida de su rebaño, de sus ovejas.

  1. La moral es el amor en la vida cotidiana.

Lo decisivo y central en la vida, al menos en el cristianismo, no es lo dogmático, mucho menos lo ritual, sino las “pequeñas-grandes” cosas y gestos de la vida cotidiana.

La moral cristiana es el amor.

Curiosamente en la parábola del “juicio final” de Mateo, que hemos escuchado hoy, no se habla de otra cosa que de dar de comer, dar de beber, vestir al que está desnudo, visitar a los enfermos y encarcelados, acoger al forastero emigrante. Al atardecer de la vida me examinarán del amor.

opción preferencial por los pobres

Dando un paso más, el centro de la moral cristiana es la opción preferencial por los pobres, que cultivaron las Iglesias latinoamericanas con la llamada: “Teología de la liberación” y el mismo papa Francisco.

Decía Helder Cámara: “Cuando le doy de comer a un pobre, me llaman santo. Pero cuando digo que los pobres no tienen qué comer, me llaman comunista”.

Con el manto ensangrentado con el que fue “investido” Jesús, con la corona de espinas y desde la cruz, que es el trono de Jesús al que tenía que ser elevado para atraer a todos hacia sí (Jn 12,32), escuchemos y acojamos lo que Jesús nos dice:

[1] Para ser exactos hay que decir que aparece una vez y en el diálogo de Jesús con Nicodemo: ¿Qué ha de hacer un hombre viejo para entrar en el Reino, (Jn 3,3.5).

[2] “Última página del diario”, Pierre Teilhard de Chardin, El corazón de la materia, Sal Terrae, Santander, 2002, 108-109.

[3] Nous es un término griego, que significa “conocimiento”. Está presente en algunas palabras románicas: diag -nóus-tico, pro-nóus-tico, etc.

[4] Alfa y omega son la primera y la última letra del alfabeto griego: el principio y el fin.

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