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"No hay que tener miedo, estando con Jesús"
Empezamos un tiempo de renovación para tener vida.
Este primer domingo de cuaresma nos invita a hacer un camino con Jesús para tomar conciencia y disponernos a la gracia que Dios tiene dispuesta para derramar sobre nosotros.
La conversión nos es necesaria, porque nos prepara a renovarnos desde la palabra de Jesús que toca nuestro corazón en una verdad que libera.
Es mirar, como dice tanto el apóstol Pedro en la segunda lectura como el Evangelista Marcos, al espíritu de Dios que nos da vida.
Quien comunica el espíritu de vida es Dios, por eso hay que estar bien con Dios, ante todas las cosas.
El espíritu impulsa a Jesús al desierto para ser tentado por el diablo y vencer la tentación, vencer al mal. Este momento nos enseña algo muy importante, la cuaresma es un camino de desierto, de austeridad, de oración, de caridad que nos hace fortalecernos en el espíritu de vida de Jesús para vencer el mal.
¿Cuál es el mal que yo debo evitar para que se derrame el espíritu de vida de Jesús que ya está listo para mi y para la comunidad?
Jesús vence las tentaciones, y a partir de ese momento se revela en la tierra como el Señor de la vida a quien nosotros confesamos y en quien todo lo podemos vencer.
Vence a los demonios que se poseen sobre los endemoniados, vence el pecado, vence el odio, vence la mentira engañosa y vuelve a vencer al diablo en la pasión.
En Jesús somos vencedores, por eso la importancia de nuestra confesión en él.
Lo importante es estar llenos del espíritu de Jesús que nos da vida, ese es el propósito de la cuaresma.
No hay que tener miedo, estando con Jesús.
Por eso la importancia de seguir en todo momento su palabra, que nos conduce en la verdad y el amor, haciendo siempre el bien en misericordia.
Estamos llamados a permanecer en esa alianza que Dios hace a través de su Hijo, una alianza que nos da una vida verdadera y que no se podrá romper jamás porque se hace en Jesucristo.
Lo que no era posible para los hombres por el pecado y la fragilidad humana, Jesús lo hace posible al dar su vida por nosotros derramando su sangre, para purificarnos, perdonarnos y darnos su vida.
Nuestra vida se une íntimamente a Jesús en su espíritu que nos comunica su vida, su presencia que nos santifica.
Eso es lo que nos recuerda la primera lectura del génesis, Dios quiere la vida para nosotros y hace una alianza en la que Dios siempre se muestra fiel, pero el hombre rompe esta alianza por su fragilidad y pecado, siendo Jesús el único quien puede hacer que esa alianza se mantenga firme y sea perpetua, porque el no sucumbe ante la tentación y el pecado.
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