La bendición la necesitamos todos

Jesucristo es salvador para todos, quien abre su corazón a su salvación, hace que resplandezca la esperanza, porque para Dios el amor siempre es lo primero.

De ahí que este domingo 20 del tiempo ordinario nos invite a considerar que las puertas de la salvación estén abiertas para todos.

Cómo San Pablo nos recuerda en la segunda lectura de la carta a los romanos; gracias al pueblo elegido que sabe caminar en la fe, nace Jesús de nazareth de origen judío, para transmitirnos toda gracia de vida, liberación y santificación.

Jesús es nuestra sabiduría que nos conduce siempre como discípulos servidores.

Él es la palabra del Padre que nos habla y a la cual debemos escuchar para transitar en la salvación.

Hoy más que nunca, en un cambio de época, debemos escuchar al espíritu de Dios que se deja oír en la palabra divina plasmada en las santas escrituras, en los acontecimientos actuales donde la manifestación de Dios se comunica como un kairos.

Así, en este cambio de época, esta palabra divina nos conduce en su lenguaje para fecundarnos en su gracia.

Es un tiempo real de conversión, porque implica totalmente un cambio de mentalidad para que se abran los cauces de la salvación de Cristo, donde la iglesia se sabe reconocer siempre servidora en Cristo para los hermanos.

Es la inteligencia del espíritu, que conoce lo profundo de cada persona, su corazón, la que nos debe dirigir al relacionarnos con el otro; una inteligencia del espíritu que se ilumina y conduce siempre en la verdad para no sucumbir al engaño que puede mover al hombre en su fragilidad.

Por eso la primera lectura de Isaías nos adentra para recordarnos que el monte del Señor es la casa de oración donde nos podemos encontrar todos en el amor.

Por eso dirá Jesús a la mujer samaritana: “créeme mujer que lo verdaderos adoradores adorarán a Dios en espíritu y verdad y ya no será ni en Jerusalén ni en este monte”

Por eso Jesús, según el evangelio de Mateo, se abre ante todo al grito de misericordia de la mujer Cananea en favor de su hija : mi hija tiene un demonio muy malo…Señor Socórreme.

La mujer tiene esa oportunidad de dialogar con Jesús, lo que ella quiere es lo que únicamente jesús puede hacer, liberar a su hija de ese demonio malo.

Que importante ha sido la intercesión de los discípulos: “Señor atiéndela, viene gritando detrás de nosotros”.

A diferencia de otras ocasiones en que los discípulos quieren callar a quien implora ayuda, en grito la misericordia a Jesús, como el ciego Bartimeo, en esta ocasión piden que Jesús atienda a esta pagana Cananea y, Jesús accede, Porque la misericordia hace posible lo que parece casi imposible.

En este cambio de época donde se han cambiado tantos esquemas de lenguaje de vida, estamos llamados a dialogar desde una misericordia que sabe ir a lo profundo del corazón e historia de cada persona para seguir abriendo los cauces de la salvación en Cristo, de quien solo somos servidores.

Solo el amor puede mover nuestro corazón a compasión para tener una mirada tierna que nos sensibilice con los hermanos en sus diferentes realidades.