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El Adviento nos lleva a reflexionar en la autenticidad de nuestra fe en Cristo
"A la fiesta hay que ir con el gozo de compartir la alegría"
En este domingo 28 del tiempo ordinario la liturgia de la palabra nos invita a prepararnos para la fiesta.
Mientras vemos un escenario internacional de conflicto y guerra, donde no entendemos que buscar prevalecer sobre los otros con la fuerza de la opresión que aniquila y quiere desdibujar la presencia humana, de quien tiene una existencia que le concede derechos sobre la tierra y el espacio donde su existencia sólo puede desarrollarse.
Contemplamos, gracias a Dios, que el sol y la lluvia, como el oxígeno , no tienen los límites terrenos fronterizos que el hombre pone en la tierra.
Una nube puede estar sobre la frontera de dos pueblos y estar haciendo descender su lluvia sobre ambos lados de una frontera. Lo mismo el Sol, puede estar alumbrando a los pueblos y tierras que pueden estar divididos por una frontera.
Nosotros, que nos ufanamos de ser muy inteligentes y poderosos, nos falta la simplicidad de hacer el bien, de respetar, de ayudar y facilitar.
A veces esa soberbia de inteligencia se deja atrapar por el armamento y la guerra. Parece que nuestra inteligencia soberbia que se cree superior, no es capaz de ser tan creativa como para superar la fabricación de armas para atender los conflictos de una forma de querer hacer desaparecer al otro que está frente a mi.
Nos falta ser más creativos para superar el conflicto.
Decimos y propagamos que nos interesa el bien común, pero no somos capaces de hacer comunidad. Nuestro egoísmo nos domina.
Así el evangelio de Mateo de este domingo nos expone que quienes son invitados a la boda no van porque prefieren sus tierras y negocios.
No les interesa compartir la fiesta, donde somos invitados en la gratuidad de la bendición que una fiesta significa.
A la fiesta hay que ir con el gozo de compartir la alegría, no vayamos a una fiesta a aguardar la fiesta.
Por eso en el banquete de bodas, quien no está con traje de fiesta, es sacado de la fiesta.
Hay quienes aguadan las fiestas y celebraciones, porque no están en sintonía y porque disienten de muchas cosas y no hacen comunión, pleitean, critican, murmuran estando en la fiesta. A esos no los quiere el Señor en su boda y banquete.
Estar con nuestra existencia en comunión con los otros, adaptándonos a la abundancia y a la escasez, sin dejar de seguir adelante, como bien nos recuerda San Pablo en la carta a los filipenses.
En la abundancia agradecemos y compartimos; en la escasez dejamos que otros nos compartan y pedimos su ayuda y aprendemos a vivir en el límite de lo mínimo necesario.
Nos necesitamos unos y otros. La arrogancia, la soberbia, el orgullo no ayudan ni facilitan el compartir.
El agradecimiento, la bondad, la misericordia, la confianza , la sensibilidad ayudan a compartir.
Dios ha preparado el gran banquete, como nos recuerda el profeta Isaías. Un banquete tal que quita la ceguera y oscuridad que causa el paño, el velo y la opresión.
Que hermoso es ver a Dios que limpia nuestras lágrimas del sufrimiento, en el estilo de su hijo Jesucristo que tiende la mano al que está en camilla, de quien ha caminado desorientado en la prostitución, el robo, el desenfreno para hacerlo caminar en luz de esperanza en un camino de bien, de amor y de verdad.
No logramos la alegría haciendo sufrir al otro. Nuestro corazón no logra la paz cuando hacemos daño al otro.
Cuántos inocentes son víctimas de los conflictos, y los verdaderos creadores del conflicto y la guerra transitan indemnes en la vida. No es justo ! No dejemos de mirar a quien crea el conflicto y se esconde, queriendo arrasar con los inocentes, como muchas veces ha pasado y pasa en la historia de la humanidad, despertemos nuestra mirada y seamos capaces de mirar donde se origina el conflicto para hacer el mal y tengamos conciencia para ver de qué forma podemos evitar el mal y ayudar a hacer el bien. No nos quedemos en el efecto, miremos la causa, para lograr entender mejor y ver que nos exige la vida para ayudar.
Oremos para que nuestra conciencia nos hagan reparar donde se ha lastimado la vida, y logremos vivir la fiesta a la que estamos llamados en el bien común, haciendo comunidad, superando los egoísmos que hacen desierta nuestra vida.
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