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"Jesús es un sumo sacerdote misericordioso que con su presencia ilumina la esperanza de quienes sufren "
En la primera lectura del libro del profeta Jeremías de este domingo 30 del tiempo ordinario, se nos transmite que Dios es un Padre para Israel que consuela y guía, que reúne a sus hijas e hijos desde sus diferentes realidades de vida para volver con una esperanza alegre a donde se sienten salvados, protegidos y acompañados.
Así en el evangelio de Marcos, el ciego Bartimeo grita con fuerte voz: Jesús hijo de David, ten compasión de mí. Jesús, con la multitud que lo acompaña al salir de Jericó y cuya multitud busca callar la voz suplicante de Bartimeo, ciego y pobre, el hijo de David se detiene porque su misericordia y compasión atraviesan el ruido de la multitud que lo acompaña para poder escuchar la súplica de Bartimeo que clama misericordia.
Para ellos ha venido Jesús, a escuchar y dar consuelo al que sufre, porque Él es el rostro vivo del Padre que consuela y guía, como nos refiere Jeremías en la primera lectura de Hoy.
Jesús manda llamar al ciego y este de un salto lleno de esperanza va hacia Él, quizás en la inmensa alegría, todavía a ciegas, quizás cayendo y levantándose porque aún no ve, llega ante Jesús, quien le pregunta: ¿qué quieres que haga por ti? ¡Maestro que pueda ver! La pregunta ¿Qué quieres que haga por ti? Nos revela la total disposición de Jesús por los que sufren. Podemos decir que Jesús les pertenece a aquellos que sufren y son silenciados muchas veces, descartados, hechos menos, como el ciego Bartimeo.
Jesús mismo sufre el rechazo de muchos, sobre todo de las autoridades de Israel, le niegan hospedaje en Samaria cuando se dirige hacia Jerusalén, lo quieren apedrear en diversas ocasiones sacándolo de la ciudad.
Jesús sabe de sufrimientos, como nos recuerda hoy la segunda lectura de la carta a los Hebreos, como sumo y eterno sacerdote, sabe de sufrimientos y dificultades, puede comprender a los sufridos y extraviados, a los que no pueden ver para caminar y conducirse como María Magdalena, Zaqueo, los pecadores, el que lleva años en camilla, lo sana y perdona; la mujer adúltera que arrinconada para ser apedreada, es perdonada y liberada.
Es un sumo sacerdote misericordioso que con su presencia ilumina la esperanza de quienes sufren y no dejan de esperar para tener una vida mejor que les permita vivir y disfrutar el don de la vida con mayor plenitud.
Caminar en Jesús, significa caminar siempre en plenitud, es decir en mejores condiciones de vida, con dignidad y amor, experimentado esa alegría y gozo que da una mayor plenitud de vida.
La misericordia nos permite siempre avanzar a mejores condiciones de vida, donde el sufrimiento vivido por diferentes situaciones encuentra luz de esperanza para poderse superar.
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