Encuentro Jubilar y Sinodal sobre el Futuro de la Vida y la Familia propone estrategias para enfrentar los grandes desafíos del cuidado de la vida

Fue clausurado este viernes 19 de septiembre el Encuentro Jubilar y Sinodal para el Discernimiento Esperanzador sobre el Futuro de la Vida y la Familia, realizado en el Instituto Juan Pablo II de Roma desde el día 17. Una oportunidad para abordar la realidad de la familia desde perspectivas diversas.

La familia como institución de aprendizaje

En el encuentro, que siguiendo el método sinodal se propuso escuchar, discernir e iniciar procesos que respondan a los desafíos que enfrentan las familias en las periferias, se han elaborado estrategias en común para enfrentar los grandes desafíos del cuidado de la vida, pero también los desafíos culturales y estructurales en un mundo en crisis. Igualmente, se analizó la necesidad de estudiar a la familia como una institución de aprendizaje que requiere argumentos y propuestas significativas y válidas para la vida de hoy.

Entre las conclusiones cabe citar la propuesta de instancias de formación específicas para que representantes de las Iglesias locales puedan fortalecer sus conocimientos para actuar, comprendiendo la multiplicidad de factores que tensionan la vida y la familia.

Escucharse para tomar decisiones

El último acto del encuentro fue la audiencia con el Papa León XIV, que inició su discurso destacando el método sinodal, seguido en el encuentro, “reflexionando sobre algunas cuestiones de actualidad que afectan la vida familiar”. Según el Santo Padre, “vivir la sinodalidad en la familia requiere ‘caminar juntos’, compartiendo penas y alegrías, dialogando respetuosa y sinceramente entre todos sus miembros, aprendiendo a escucharse y a llegar a tomar las decisiones familiares importantes para todos”.

El Papa propuso tres palabras para reflexionar juntos: jubileo, esperanza y familia. Jubileo para “regresar al centro de nuestra vida, a Dios mismo, al Dios de Jesucristo”, así como un llamado a pensar en “la fe recibida de nuestros padres, a la oración perseverante de nuestras abuelas desgranando las cuentas del rosario, a su vida sencilla, humilde y honesta que, como fermento, sostuvo a tantas familias y comunidades”. León XIV afirmó que “no debemos caer en el peligro de fundar nuestras vidas en seguridades humanas y en expectativas mundanas”, advirtió sobre la tentación de “ir tirando”, y sobre las amenazas a la dignidad de la familia: “problemas relativos a la pobreza, la falta de trabajo y de acceso a los sistemas de salud, los abusos a los más vulnerables, las migraciones, las guerras”. En ese sentido, llamó a “promover el diálogo y fortalecer los elementos en la sociedad que favorezcan la vida en familia y la educación de sus miembros”.

Corresponsabilidad y protagonismo

León XIV dijo que “podemos entender la familia como un don y una tarea”, viendo como crucial “fomentar la corresponsabilidad y el protagonismo de las familias en la vida social, política y cultural, promoviendo su valiosa contribución en la comunidad”. El Papa llamó a “ser Iglesia doméstica y hogar donde arda el fuego del Espíritu Santo, difunda su calor, aporte sus dones y experiencias para el bien común y los convoque a todos a vivir en esperanza”, recordando las palabras de Pablo VI en su célebre homilía en Nazaret.

Finalmente, llamó al compromiso y a la alegría, a que las familias sean “ese canto silencioso de esperanza, capaz de difundir con su vida la luz de Cristo, ‘para que la alegría del Evangelio - citando Papa Francisco - llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz’”.

El Encuentro fue convocado por la Red Latinoamericana y Caribeña de Pensamiento Social de la Iglesia (REDLAPSI / CELAM) y organizado conjuntamente por el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II (PITJP II), la Pontificia Academia para la Vida (PAV), la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL) y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Contó con la adhesión del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Cáritas América Latina y el Caribe, y la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR).