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Un documental con testimonios de República Democrática del Congo, Borneo y Brasil
Conservar las selvas tropicales es algo fundamental para la sobrevivencia del planeta Tierra y de la propia humanidad. El Papa Francisco ha insistido repetidas veces en eso, siendo Laudato Si´, Laudate Deum y Querida Amazonía, los escritos en lo que se posiciona de forma más clara en ese sentido.
En Querida Amazonía, Francisco reconoce “el cuidado y el respeto por la creación, con conciencia clara de sus límites, prohibiendo su abuso”, que tienen los pueblos indígenas, viéndolos como aquellos que “cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan”. A partir del concepto del “buen vivir”, presente en los pueblos originarios, “que implica una armonía personal, familiar, comunitaria y cósmica, y que se expresa en su modo comunitario de pensar la existencia, en la capacidad de encontrar gozo y plenitud en medio de una vida austera y sencilla”, el Papa reflexiona sobre el cuidado a partir de “un sentido materno que despierta respetuosa ternura”.
Estas reflexiones podemos decir que están presentes en el documental “Guardianas de la Selva”, exhibido en la sala de proyecciones de la Filmoteca Vaticana, que ha sido producido por las italianas Lia y Marianna Beltrami, recibidas recientemente por Francisco, que recogen testimonios de mujeres que viven en diversas selvas tropicales: República Democrática del Congo, en África; Borneo, en Asia; y en la Amazonia brasileña, en América. Según informa Andressa Collet en la edición de Vatican News en portugués, el documental recoge testimonios de mujeres que "luchan incansablemente a diario con su testimonio".
“La fuerza de las mujeres indígenas viene de su espiritualidad, de la espiritualidad de sus pueblos, de la lucha de sus ancestrales”, afirma en el documental Marcivana Sateré, coordinadora de la Coordinación de Pueblos Indígenas de Manaos y Entorno, una de las representantes indígenas en la Asamblea Sinodal del Sínodo para la Amazonía, que tuvo lugar en octubre de 2019 en el Vaticano.
En la Amazonía brasileña, concretamente en el municipio de São Gabriel da Cachoeira, el más indígena de Brasil, con un porcentaje que supera el 90 por ciento, Rodrigo Baima grabó los testimonios de María Auxiliadora Fernandes da Silva, del pueblo Daw, y de Florinda Lima Orjuela, del pueblo Tuyuka. En declaraciones a Vatican News, Baima resaltó que María Auxiliadora fue la primera mujer de su comunidad en graduarse, siendo hoy profesora y referencia para las comunidades de la región, algo que ella ve como “una fiesta matriarcal en defensa del territorio”.
La profesora encuentra en la selva la inspiración para aquello que dice, para poder rebelarse contra toda tentativa de violación de sus derechos. María Auxiliadora se identifica con la selva, como tantas otras mujeres indígenas en la Amazonía, que se consideran herederas del suelo que pisan, del suelo en el que habitan. Algo que ven como un movimiento de la selva que danza, “es una danza que canta y que encanta y que renueva la esperanza”. Una esperanza que fundamenta todo aquello que hace en busca de “una ecología integral, de libertad, de justicia, de lucha por ideas que siembran la paz”.
Un documental que ha querido ayudar a que los pueblos indígenas de las selvas tropicales tengan voz y puedan provocar una reflexión para hacer frente al cambio climático. No podemos olvidar que ellos son los guardianes históricos en esta lucha y los primeros en sufrir las consecuencias de las crisis. Y por ser vulnerables, también son susceptibles de sufrir amenazas de intimidación, violencia y tráfico de órganos. De hecho, el documental denuncia el tráfico de órganos en São Gabriel da Cachoeira, algo que había pasado cuando se grabaron las imágenes, relatando la desaparición de tres niños de la comunidad en que vive María Auxiliadora, lo que no ocurría por primera vez, a lo que contribuye la dificultad para denunciar estas situaciones.
Ese tipo de situaciones también están presentes en la vida de Florinda Lima Orjuela, activista de derechos humanos en la región del Alto Río Negro. Ella trabaja con la agricultura y se empeña en la defensa de un territorio y de unos pueblos cada vez más amenazados por aquellos que ignoran que ellos mismos sufrirán las consecuencias de la explotación desmedida que están llevando a cabo en las selvas tropicales.
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