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Miles de personas acompañan a María en la mayor ciudad de la Amazonía
La religiosidad popular en la Amazonía brasileña es una clara expresión de la fe del pueblo, que, a lo largo de los siglos, especialmente en las comunidades del interior, solamente tenían Eucaristía en las fiestas patronales. Muchos de los que vivieron esta experiencia viven hoy en la capital del Estado de Amazonas, que celebró su patrona el 8 de diciembre.
Miles de estos manauaras, amazonenses, acompañaron a María por las calles de Manaos y luego celebraron la Eucaristía al lado de la Catedral de la Inmaculada Concepción. María caminó acompañada por el pueblo de Dios para convertirse en presencia de Dios en la vida de los que la seguían o simplemente la veían pasar.
Ella, que siempre se puso al servicio de Dios y de su Hijo, quiere ser un ejemplo para la gente, para “cada una de nuestras comunidades que sirven a Jesús, que salió del vientre de María”, según dijo en la homilía el arzobispo de Manaos, cardenal Leonardo Ulrich Steiner. Una celebración “para poder alabar, bendecir y agradecer a Nuestra Señora, que acompaña a nuestra archidiócesis desde hace tanto tiempo”, dijo el arzobispo, que mostró su gratitud “por tener una madre tan grande, que nos cuida y está siempre cerca de nosotros y nos lleva a todos a Jesús.”
La celebración contó con la presencia de obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, vida consagrada, ministros de la Palabra, de la Eucaristía, “todos los ministerios que estamos distribuyendo para el bien de nuestra querida archidiócesis de Manaos, para el bien de nuestras comunidades”, subrayó el cardenal Steiner. Destacó la actitud de Dios que se acerca, que busca a lo largo de los tiempos, hasta que Él mismo buscó a la mujer, hija de la gracia del Señor. En el saludo del ángel “había una búsqueda de Dios, había una cercanía a Dios”, subrayó el arzobispo.
En palabras de Steiner, “Dios nos amó tanto, Dios nos quiso tanto, que eligió a María para estar presente entre nosotros. Para ser uno de nosotros, como nosotros, o como decía el gran pensador de la Iglesia, “no uno más de nosotros, sólo nosotros, Dios nos hizo”, subrayando que “Él siempre nos busca, siempre nos desea”. Destacó el hecho de que María estaba llena de gracia, preservada del pecado, recordando las palabras de San Agustín, que habla de María diciendo: “Se forma en tu seno, llena tu espíritu, llena tu vientre”.
Según el arzobispo de Manaos, “la Santísima Virgen Madre de Dios nunca fue enemiga de Dios, ni en acto, ni por el pecado actual, ni por el pecado original. Dios la preservó, Dios la preparó, porque quiere, quiso buscarnos a través de ella”, lo que nos lleva a “alabar y bendecir a la que fue preservada”, la que “nos dio a Jesús”. El cardenal recordó dos palabras del Papa Francisco con relación a la Virgen: admiración y fidelidad. Y es que “la Virgen estaba turbada, dice el Papa Francisco, se preguntaba sobre el significado. El significado de esas palabras, se sorprendió, se impresionó, se turbó, se asombró”.
La Virgen, recordando las palabras del Papa Francisco, está llena del amor de Dios. En este sentido, “es una actitud noble saber maravillarse ante la presencia de Dios. Es una actitud noble darse cuenta de que Dios nos colma de gracias. Es una actitud noble, es una maravilla poder decir: Dios está en medio de nosotros”. Por eso, “al celebrar la Inmaculada Concepción, queridos hermanos, queridas hermanas, tengamos una actitud en la vida de admiración”, subrayó el arzobispo.
Hizo un llamamiento a “admirar las bellezas, los dones que hemos recibido, las gracias que hemos recibido, pero también a admirar la belleza de la naturaleza”. Junto a ello, a ser fieles a las cosas más sencillas, recordando que “la Virgen era una mujer de aldea, era una mujer extremadamente sencilla. Era de las que vivían lejos, en el campo. Y se ocupaba de las cosas más sencillas de la casa. Por eso llegó a estar llena de gracia”, reafirmando la necesidad de “ser fieles en las cosas pequeñas, en las cosas sencillas, en casa, en la comunidad”, de serlo “en las cosas pequeñas de nuestra vida, en las cosas más sencillas de nuestra vida, porque es ahí donde acontece la vida y la gracia de Dios”.
Por último, el cardenal Steiner pidió que nuestra cercanía a la Virgen “nos lleve especialmente a tener un gran amor por nuestros hermanos y hermanas más necesitados. A tener un gran amor a Dios para servir mejor a nuestros hermanos y hermanas”, cerrando sus palabras con una oración de San Francisco, que habla de María como la virgen hecha Iglesia.
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