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Ojea: “El cristianismo no es la religión del sufrimiento, es la religión del amor”

Comentario al Evangelio del 23º Domingo del Tiempo Ordinario

“Seguir a Jesús significa entrar en la lógica del amor y del servicio”

“La Cruz es una escuela de amor. Si abrazamos la cruz aceptando la voluntad de Dios, pero atravesándola con él, crecemos en el amor, que es la meta de nuestra fe cristiana”

Monseñor Oscar Ojea

En el vigésimo tercer domingo del Tiempo Ordinario, el obispo emérito de San Isidro, Mons. Oscar Ojea, ha iniciado su reflexión sobre el evangelio del día afirmando que “Seguir a Jesús significa entrar en la lógica del amor y del servicio. Y esa lógica es una lógica que supone coraje, supone no anteponer nada a él, transformarlo en el centro de nuestra vida”.

Cruz

Llevar la Cruz

Para el obispo argentino, Jesús “no quiere engañarnos, va caminando hacia Jerusalén, se da vuelta, quiere mirarnos a los ojos a cada uno y nos invita a llevar la Cruz, porque este es el camino para poder seguirlo. Nos invita a no anteponer nada a su amor. Pero si entramos en la lógica del amor y del servicio, entonces los amores de nuestra vida cobran más significado, todavía son más profundos”.

“El Señor Jesús les da sentido a todos los amores de la tierra, les da profundidad, pero al mismo tiempo tendremos que encontrarnos con la Cruz sin buscarla, sin inventar”, destacó Ojea. Según el obispo, “el cristianismo no es la religión del sufrimiento, es la religión del amor. En la Cruz nosotros vemos al amor, pero el camino por el cual se manifestó ese amor fue el sufrimiento, fue la Cruz. Negarnos a eso sería contradecir al Evangelio. Por eso tenemos que pedirle al Señor poder atravesar con mucha confianza en él, abrazados a él, con mucho amor y con mucho deseo de servir, siguiéndolo de cerca las cruces que se presentan en nuestra vida”.

La Cruz escuela de amor

En su reflexión recordó las palabras de San Pablo: “‘Nos gloriamos en las tribulaciones porque la tribulación’ produce la paciencia. La paciencia y la virtud probada da la esperanza. Y esta no quedará confundida porque el amor de Dios fue derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Esto es, la Cruz es una escuela. es una escuela de crecimiento interior. La Cruz es una escuela de amor. Si abrazamos la cruz aceptando la voluntad de Dios, pero atravesándola con él, crecemos en el amor, que es la meta de nuestra fe cristiana”.

Finalmente, invitó a pedirla al Señor “ver en la Cruz que a veces tenemos en nuestras casas, que vemos en nuestras Iglesias, que vemos en los caminos, ver siempre el amor que hay detrás de ella, que es lo más importante, y al mismo tiempo pedir fuerza para poder atravesar el camino que nos lleve a él”.

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