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Mons. Samuel Ferreira de Lima fue ordenado este 1 de febrero
El 1 de febrero de 2025, la ciudad de Rodeio (Brasil) acogió la ordenación episcopal de Mons. Samuel Ferreira de Lima, nombrado obispo auxiliar de la archidiócesis de Manaos por el papa Francisco el 25 de noviembre de 2024. La ordenación, que contó con la presencia de familiares y amigos del ordenado, obispos, cofrades de la Orden Franciscana, clero local de la diócesis de Rio do Sul, religiosos y religiosas y centenares de fieles, fue presidida por el arzobispo de Manaos, cardenal Leonardo Steiner, y tuvo como obispos coordinadores al obispo de Roraima, Mons. Evaristo Pascoal Spengler, y al obispo emérito de Barra, Mons. Luiz Flavio Cappio, todos ellos franciscanos.
En su homilía, el cardenal Steiner, tras dar la bienvenida a los presentes, comenzó destacando las palabras del Evangelio leído en la celebración (Jn 15,9-17): “Como mi Padre me ha amado, así os he amado yo a vosotros. Permaneced en mi amor”. Con estas palabras, el arzobispo de Manaos dijo que “la razón por la que estamos aquí, el sentido de nuestras vidas, vocaciones y ministerios es el amor con el que hemos sido amados”.
Dijo que “hemos sido deseados, buscados, elegidos, para entrar en la dinámica, en el dinamismo de una relación amorosa y gratuita”, destacando que, como Jesús, “hemos sido golpeados por un amor sin igual, gratuito”. En palabras del cardenal, “toda vocación es una invitación a participar plenamente de este amor. Toda vocación es una forma de custodiar y ser custodiado por el movimiento del amor”, destacando que “en el amor somos llamados a una misión”, a ser profetas, según Jeremías.
Al nuevo obispo auxiliar de Manaos, el cardenal Steiner le dijo que “es el amor el que llama al servicio del episcopado. Llama y envía a servir. No es una elección personal, una decisión de la propia voluntad”, haciendo “del ministerio episcopal un envío, un servicio, una pobreza”, porque “el ministerio episcopal es en la Iglesia y para la Iglesia”. Siguiendo el Vaticano II, el cardenal subrayó que “la Iglesia, por naturaleza, es misionera y tiene su origen en el ‘amor fontal de Dios’ (AG 2)”, mostrando que “el dinamismo misionero que brota del amor de Dios se irradia, se expande, se desborda y se difunde por todo el universo, nos enseña el Papa Francisco en Querida Amazonía. La misión no es algo opcional, una actividad de la Iglesia entre otras, sino su propia naturaleza. ¡La Iglesia es misión!”. Esto llevó al arzobispo a expresar su gratitud por Mons. Samuel ser un obispo misionero en la Amazonía.
Sobre el lema episcopal del nuevo obispo: “Hacer la voluntad de Dios con toda el alma”, el cardenal Steiner reflexionó sobre “buscar servir en la voluntad de Dios, tener el corazón atesorado por la voluntad de Dios, al servicio de tus hermanos y hermanas de la Amazonía”. Y es que “la voluntad de Dios es el tesoro atractivo que hay que descubrir. Descubierta, transforma el horizonte, el sentido, la razón de la vida, hace palpitar alegremente el centro vital del ministerio episcopal”. En esta perspectiva, “el obispo es un oyente por excelencia porque quiere dejarse tocar por la voluntad de Dios, dejarse tocar por sus hermanos y hermanas, por una hermenéutica de la totalidad. Este modo de sinodalidad impregnará todo su ministerio episcopal”, subrayó el cardenal Steiner.
Recordando el Año Jubilar, el arzobispo de Manaos afirmó que “el obispo tiene el deber de anunciar a todos las razones de la esperanza cristiana (cf. 1 Pe 3,15). Ser profeta, testigo y servidor de la esperanza. Ser profeta, testigo y servidor de la esperanza, especialmente en las situaciones de mayor violencia, corrupción, injusticia, olvido de los pobres, pérdida del sentido de la vida, olvido de Dios”. Asimismo, inspirándose en San Agustín, recordó que “al ser profeta de la esperanza, el obispo es inquieto, insatisfecho, soñador, transformador, se deja llevar por el movimiento de transformación, conversión y liberación. El obispo puede llenarse de indignación cuando se deja guiar y llevar por la verdad, la justicia y la paz”.
Al mismo tiempo, “el obispo es una invitación a la esperanza, porque habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida bienaventurada, que llena el corazón y eleva el espíritu hacia la verdad, el bien, la belleza y el amor. La esperanza despierta audacia, sabe mirar más allá de las comodidades personales, de las pequeña seguridades y compensaciones que reducen el horizonte, para abrirse a los grandes ideales que hacen la vida bella y digna, atractiva y sublime, llena de minoridad”.
Como franciscano, el cardenal recordó al ordenado que “Dios te ha dado la gracia de recorrer el camino de la minoridad fraterna; de ser un menor con menores. Serás un obispo menor entre muchos menores”. Ante ello, inspirado en Querida Amazonía, hizo un llamado a ser “como un menor a la escucha del clamor de la tierra y del clamor de los pobres y de los pueblos de la Amazonía con quienes caminarás, con una vida sencilla y sobria, todo alimentado por una espiritualidad mística al estilo de San Francisco de Asís, ejemplo de conversión integral vivida con alegría y alabanza cristiana”.
El arzobispo expresó la gratitud de la Iglesia de Manaos al Papa Francisco por haber nombrado a Mons. Samuel obispo para el corazón de la Amazonía, gratitud que también expresó al nuevo obispo. El cardenal le dijo: “La archidiócesis de Manaos y el Regional Norte 1 de la CNBB (Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil), te acogen con gratitud”, destacando que “sentirás la presencia colegial de los obispos, la comunión sacerdotal de los presbíteros y diáconos, la receptividad de la vida consagrada, la fuerza de la oración y el afecto del Pueblo de Dios”.
Al final de la celebración, el nuevo obispo alabó y bendijo a Dios por la presencia de todos y por ser franciscano. Samuel agradeció a sus padres Francisco y Edite y a sus hermanos y familiares, “que siempre han estado conmigo en este camino, unidos en la oración, en el apoyo material y espiritual, animándonos y viviendo juntos los momentos de mi servicio ministerial”. También a los amigos, a las autoridades locales y a la gente de la parroquia de Rodeio, donde “en el compartir los dones y en la experiencia de estos años juntos en el camino, he sido acogido como un hijo y un hermano”.
Finalmente, a Dios, “por el nuevo ministerio que me ha sido confiado y pido la gracia de poder en todo corresponder al mandato y misión de servir al pueblo de la Arquidiócesis de Manaos como Hermano Menor en servicio episcopal, lavando los pies de mis hermanos y hermanas con toda mi fuerza y empeño”, mostrando su gratitud a todos de todo corazón, pidiendo una abundante bendición de Dios.
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