Los cristianos tienen que poner su talento al servicio de Cristo. Cada feligrés puede, debe, tiene que convertirse en un difusor, multiplicador de los contenidos, para los otros parroquianos y para el mundo entero.
Hoy la Iglesia tiene que utilizar las nuevas tecnologías como un arma contra la escasez de agentes pastorales, tiene que desafiar el estatus quo, fomentar el aprendizaje y ejecutar proyectos