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IV Congreso de Teología Latinoamericana y Caribeña
“La teología de la liberación tiene que ver con realidades, eso fue lo que me quedó de él”, afirma el teólogo español Jon Sobrino al referirse a la principal enseñanza del teólogo Gustavo Gutiérrez, a quien se le rindió un sentido homenaje en el marco del IV Congreso de Teología Latinoamericana y Caribeña que se celebra en Lima
Al cumplirse un año de la muerte de Gutiérrez, el sacerdote jesuita Jon Sobrino, recuerda que se formó durante siete años en Frankfurt - Alemania y desde allá, la percepción de la teología de la liberación propuesta por Gustavo Gutiérrez era distinta.
Aspecto que pudo aclarar en un encuentro posterior con el dominico en El Salvador. Allí entendió la profundidad de su propuesta, fundamentada en el conocimiento de la realidad a la que luego se le agregaron conceptos, sin perder la base de la vida.
Desde su juventud, los consagrados Sobrino y Gutiérrez se vieron influenciados por la realidad social y política de América Latina, trabajaron juntos en la reflexión teológica sobre la liberación y la justicia social. Una postura de la realidad de la que compartieron una visión crítica de la pobreza y abogaron por una Iglesia comprometida con la liberación de los pobres y la búsqueda de justicia para todos.
Mientras que Gutiérrez escribió el libro titulado “Teología de la liberación”, una obra de carácter fundacional que profundiza en los aspectos que distinguen esta corriente teológica, Jon Sobrino desarrolló una cristología que enfatiza en la fe que se hace vida y opta de manera preferencial por los pobres.
Al paso de la historia y los devenires sociales, económicos y políticos del continente, Sobrino continúa desarrollando la teología de la liberación y en El Salvador se le reconoce como defensor de los derechos humanos y la justicia social.
De ahí, que durante su disertación en memoria de Gustavo Gutiérrez, hiciera referencia a monseñor Óscar Romero, una persona que como el teólogo peruano, encarnó en la práctica esa opción preferencial por los pobres que encuentra en la teología de la liberación una propuesta conceptual y práctica.
“En El Salvador cuando me preguntan por el nombre de una persona que me haya impactado, hablo de Óscar Arnulfo Romero. El mismo sobre el cual los campesinos decían que los defendió siendo pobres. Nos defendió y por eso lo mataron, monseñor Romero dijo la verdad, son algunas frases de la gente sencilla que Romero siempre escuchó y defendió hasta entregar la vida”. Incluso -recuerda Sobrino- como obispo no se lamentó por la persecución que vivía la Iglesia en aquel entonces. "Me alegro, hermanos, de que la iglesia sea perseguida," decía.
Para Sobrino sería muy triste, que en un país donde hay tantos asesinatos, violaciones y persecuciones a los cristianos que a la iglesia no le tocara nada; esto significa que algo se está haciendo bien en tanto incomoda a unos cuantos; particularmente a quienes ejercen el poder y no desean que sus actuaciones sean sometidas al juicio colectivo. Situación de la que Sobrino destaca una frase de Romero: “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”.
Así, concluyó su intervención durante el homenaje que recordó a la persona de Gustavo Gutiérrez, desde sus aportes conceptuales que permanecen vivos entre quienes le conocieron, leyeron e implementaron como una nueva forma de vivir la teología y la acción pastoral, sirviendo a los descartados que en América Latina y el Caribe siguen padeciendo los mismos dolores de su época.
A Gustavo Gutiérrez se le considera uno de los padres de la Teología de la Liberación, cuya propuesta generó un impacto significativo tanto en la reflexión teológica como la acción social y eclesial en América Latina, pese a los momentos de tensión que vivió con la Iglesia, por su postura respecto a lo institucional y el compromiso con la justicia social muchas veces lejana en la práctica, respecto a la propuesta que hizo Jesús.
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