Una reflexión sobre sinodalidad rumbo a la Navidad
Rafael Luciani: "En Adviento, caminar juntos es un proceso de aprendizaje, cambio y renovación"
Una reflexión sobre sinodalidad rumbo a la Navidad
El camino de la sinodalidad de cara a la llegada del Adviento, es el tema que aborda Rafael Luciani en esta reflexión que nos invita a vivir este tiempo al modo de Jesús, es decir, descubriendo la huella de Dios en todas las cosas y la historia.
El teólogo venezolano propuso una serie de ideas para comprender el sentido de caminar juntos a la luz de los signos de los tiempos. Un proceso que nos implica como iglesia, en nuestras comunidades, junto a otras personas, familias y en medio del contexto eclesial de renovación que se quiere impulsar para la Iglesia hasta 2028.
Al respecto, Luciani recuerda que ese caminar juntos tiene distintas dimensiones; porque se hace en comunión con los bautizados y las Iglesias locales. "Caminamos juntos en esa polifonía de lo que se llama la catolicidad", dijo refiriéndose a la “diversidad de la iglesia". Un proceso que se hace juntos y con la sociedad. En realidad con cualquier persona, más allá de su religión o posición, porque según sostiene, así nos vamos constituyendo como personas y pueblo de Dios.
Luciani, señala que ese caminar juntos es el eje fundamental de la Iglesia, un proceso que se abrió paso con el sínodo de la sinodalidad. "Cuando decimos que este caminar juntos es un proceso de aprendizaje, cambio y renovación; es algo que nos recuerda el Adviento"; porque como creyentes, estamos inmersos en un proceso que implica “la transformación de nuestras maneras de pensar, estilos de vida y la apuesta por la conversión permanente”.
El director de Cebitepal asegura que cuando se habla de sinodalidad es fundamental preguntarnos de que modo estamos caminando juntos y si realmente nos está situando como signos e instrumentos para ir hacia el reino, porque solo así, se puede construir esperanza en un mundo herido y fragmentado.
Si estamos caminando juntos; ¿Cómo caminamos? ¿Con quién caminamos? ¿A quién invitamos a caminar? ¿Escuchamos a lo largo del camino a las personas a quienes no hemos dado espacio o voz para ser escuchadas?; preguntas que formuló el académico, pensando en el Adviento, un tiempo para reflexionar, discernir y hacer de la conversión un acto concreto.
Pensando en la figura de las mesas del sínodo y los escenarios de este tiempo, el investigador habló de “esa silla vacía que nos ayuda a discernir, sobre la calidad de nuestro caminar juntos”.
Recordó que el discernimiento es un elemento que nos ayuda y debemos poner en práctica en el Adviento y que la sinodalidad le aporta fortaleza y profecía.
Por eso, es preciso cuestionarnos sobre la manera en la que estamos caminando juntos; reconociendo que “a través de la otra persona, el Espíritu se manifiesta y va renovando mi vida, porque aquello que no había visto, captado, o dejado entrar; lo hago a través de la voz y la existencia de la persona que usa el Espíritu para hablarme”.
Rafael Luciani, insiste en que es fundamental “abrir nuestros corazones para dar cabida a otras personas, las que no hemos querido o ni siquiera hemos tomado en cuenta”. Desde su experiencia durante el Adviento, hablar de discernimiento es comprender que ese proceso “debe estar conectado a la conversión, la metanoia, el cambio al que estamos llamados”.
La sinodalidad, busca algo semejante, un proceso de conversión para revisar, corregir, sanar y en el caso de las estructuras eclesiales, renovar los modos que usamos para relacionarnos, vivir e interactuar. De acuerdo con el teólogo venezolano, si hay un discernimiento verdadero, este nos llevará a una conversión relacional que debe manifestarse en una conversión estructural.
La realidad nos muestra que la Iglesia necesita escuchar, aprender de la sociedad y las personas. “Eso es el Adviento, una época que nos sitúa en un discernimiento que no es solamente individual, sino en conjunto, como la Iglesia en su totalidad”, dice Luciani.
En ese proceso de caminar juntos existen algunos signos que nos ayudan a comprender el momento que estamos viviendo, es decir, ese nivel de discernimiento y conversión que hemos ido alcanzando, es lo que la asamblea sinodal definió como una "ulterior recepción del concilio", a esto se le agrega el lugar teológico que damos a los pobres, la opción preferencial que nos permite reconocerlos como una manifestación de la revelación de Dios, los que deben caminar con nosotros y aportarán a nuestro discernimiento.
El teólogo concluyó su reflexión invitando en el Adviento a una conversión mucho más rica, partiendo de las preguntas fundamentales o reconociendo si es que solo me estoy limitando a una experiencia individual que no construye ese nosotros eclesial del que tanto nos habló el Papa Francisco.
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