Adviento...
Levantemos la cabeza
¡No es fácil la fidelidad!
Hace unos días hablaba por teléfono con una amiga, con la que hacía un tiempo que no hablábamos, pero cuando lo hacemos es como si ese tiempo en realidad no fuera tanto, seguimos conectando, compartiendo.
La conversación era bien agradable hasta el momento en que me dio una noticia inesperada que me dejó helada. Me comunicaba que una hermana de la Congregación con la que habíamos vivido juntas unos años y a la que aprecio mucho, había decidido tomar otro rumbo en su vida y dejaba la vida religiosa después de muchos años ¡Cuántos interrogantes surgen!
Al saberlo, aún perpleja, se me saltaron las lágrimas y quedé sin querer creerlo pero así es, una realidad que me apena y a la vez siempre deseas el bien para el otro y ojalá así lo sea.
Me iba comunicando con ella pero hacía un tiempo que no nos habíamos dado noticias, quizás a veces pensamos que las personas van a estar siempre ahí y bien o tal vez como nos gustaría ¡Cuánto misterio abarca nuestra propia existencia!
Llevo unos días pensando mucho en ella, me vienen muchos recuerdos, vivencias compartidas juntas en una comunidad internacional hace unos años, fuera de nuestros países de origen y donde mutuamente fuimos ayuda una para la otra. Su último mensaje de whatssapp con una preciosa foto de un atardecer, decía: “Recuerda siempre que te llevo en el corazón, un abrazo”. Un mensaje entre sombras y luces por la imagen, el cariño que se manifiesta y cuánto habla todo ello, porque nos habla la vida.
Todo aquello que en la vida vivimos de verdadero permanece y ella seguirá estando presente en mí, en la oración, cuando nos volvamos a comunicar. Agradezco a Dios el regalo de habernos conocido, por todo lo compartido y sobretodo deseo que la siga acompañando cada día de su vida.
¡No es fácil la fidelidad! Y no lo es en cualquier opción de vida; sea cuál sea nuestro caminar, sin duda, que no está exento de dificultades, de curvas pero también brota el gozo por lo que se intenta vivir día a día al lado del Señor, de la persona o personas con las que quieres compartir tu vida y misión y lo haces desde la gracia y la fortaleza que el Señor va dando a lo largo del camino que se va recorriendo ¡Que tu Palabra guie nuestros pasos, Señor!
En este hoy de nuestras vidas, sigue guiando nuestros pasos Señor, en el día a día, danos tu luz para seguir respondiendo en fidelidad, para hacer camino desde la alegría, sé tú la ayuda en las dificultades y sobretodo da tu paz que inunde el corazón.
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