Para una cultura del cuidado en la Iglesia
Los escolapios y la otra cara de una retractación
Siguen las protestas en Colombia
Las movilizaciones del Paro Nacional en Colombia se han vivido de modo diferencial en la región del litoral Pacífico. Más allá del rechazo hacia las reformas anunciadas por el Gobierno, amplios sectores de la población civil exigen soluciones a los problemas históricos asociados al abandono estatal en el occidente del país. Una región expuesta a la voracidad del extractivismo y de un conflicto armado que solo se entiende mirando las causas y los efectos de la marginación.
“Empleo, salud, educación y paz” piden los jóvenes que se han unido desde inicios de mes a las marchas en Tumaco y no cesan en sus reclamos. “No hay oportunidades”, declaró uno de los manifestantes, refiriéndose a la situación particular de un municipio con más de 70% de desempleo y problemas compartidos entre el conjunto de zonas que componen la costa nariñense. AfroMiTu ha multiplicado las formas de resistencia artística que se han tomado las noches en la ciudad. A través de su música, el grupo de rap conciencia señaló a la corrupción como parte de la violencia estructural que sufren los pobladores de toda la región.
En el vecino municipio de Francisco Pizarro, durante varios días y en reiterativas protestas pacíficas, decenas de pobladores le han exigido al alcalde Gerardo Valencia soluciones frente al mal servicio de electricidad. Un problema sin explicaciones suficientes hasta el momento, pero representado, entre otras cosas, en altos cobros y permanentes cortes de luz que comprometen el nombre de la empresa CEDENAR. En veredas como La Playa la falta de electricidad se suma a la ausencia de agua potable y de saneamiento. Según explica Sandra Jaramillo, religiosa de la Compañía de María, las condiciones ambientales a las que está expuesta la gente son causa de problemas en la piel y epidemias de diarrea, especialmente graves entre la población infantil. Con un agravante que señalan otras pobladoras del municipio: la mala prestación del servicio de salud por cuenta de la falta de remedios y, aun peor, la ausencia de suficientes profesionales de dicha área en Salahonda, la cabecera municipal.
Por todo ello y más, como por ejemplo, la falta de infraestructura escolar en veredas como San Pedro del Vino o la mala administración del programa de alimentación para los estudiantes del municipio (asunto por el que debe responder, también, la secretaría departamental de educación nariñense), es que decenas de personas, entre ellas docentes y otras líderes, llevan días marchando. Para ver si por fin habrá soluciones a los problemas de su cotidianidad, llaman a formas no violentas de expresar su indignación y echan mano de la creatividad. Aquí los reclamos de un grupo de profesoras y religiosas de la Compañía de María, parte de la Institución Educativa Agroecológica La Playa, quienes riman su indignación con una melodía famosa:
Llevo la camisa negra porque oscuro vive el pueblo;
No hay servicio de energía y por eso estoy de duelo.
La energía es un puro vaivén:
hoy tenemos y mañana se fue,
¿Qué sucede? Díganlo a lo bien.
El pueblo quiere saber.
Vamos todos, compañeros,
decididos a marchar.
Reclamemos los derechos,
ya no es tiempo de callar.
Vamos,
vamos todos, compañeros,
que el que calla es el que pierde.
Exijamos con respeto los derechos que se tienen.
Dicen que aquí hay un alcalde,
que de vez en cuando vemos.
Lleva prometiendo cosas
que no cumple, lo sabemos.
Los recibos ya llegaron,
dizque cobrando un servicio.
Yo pregunto qué es que cobran.
Se les convirtió en un vicio.
“Empleo, salud, educación y paz”. He ahí parte de las exigencias de los jóvenes movilizados de Tumaco, pero también de otros sectores sociales de la costa nariñense, como Francisco Pizarro (donde, además, claman a tiempo y a destiempo por la luz y el agua). Similares necesidades a las de todo el litoral Pacífico, donde los pueblos étnicos dijeron mayoritariamente sí a los acuerdos de La Habana para poner fin a un conflicto armado, con la esperanza de transformaciones sociales de fondo. Pero hoy la guerra se reproduce en la región, porque no ha sido conjurada la violencia estructural. Mezcla de abandono, marginación y corrupción, dicha violencia también cobra vidas a diario y expone al reclutamiento de grupos armados legales e ilegales a jóvenes sin oportunidades. Sus madres, hermanas, abuelas y tías no logran parar el desangre. Por eso también están en duelo.
También te puede interesar
Para una cultura del cuidado en la Iglesia
Los escolapios y la otra cara de una retractación
A las acusaciones contra religiosos en África se suman señalamientos en América Latina
Los tres escolapios españoles denunciados en Colombia por abuso sexual de menores
Quejas ante el Ministerio del Trabajo de Colombia
Se multiplican los conflictos laborales en el CELAM
Casi seiscientos sacerdotes colombianos denunciados por violencia sexual
Acoso en el monasterio benedictino de El Rosal
Lo último
Una travesía entre los miedos del mundo hacia el Belén de las Periferias
La Esperanza insurgente del Adviento
Retomamos el camino de Adviento
15 de diciembre: III Lunes de Adviento
Si hablamos de "identidad sacramental" para vincular a los varones consagrados a Cristo, no terminamos de ver qué relación tiene con el orden natural, con la masculinidad o feminidad
Volvemos a rechazar a las mujeres en el orden sagrado