Estos días he aprendido esta frase coloquial: “queriendo Dios”. Es una versión colombiana del español “si Dios quiere” o del “primero Dios”, que dicen en México. Pero me gusta más, porque expresa con más precisión que Diosito se esfuerza por ayudarnos, está presente y activo, trabaja, posibilita, abre puertas, sincroniza, facilita, hace que suceda… como con sus propias manos.
Vivimos haciéndonos programaciones, en la ilusión de que lo controlamos todo. Pero la realidad es que nuestra vida está siempre pendiente de un hilo, es frágil y quebradiza, como juguete con el que el azar pasa el rato; y a la vez estamos en los ojos de Dios, en todo momento bajo las leyes misteriosas de la providencia, jamás perdidos o en un limbo.