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Francisco el Papa Inmigrante
El Papa Francisco es inmigrante por varias razones. Por empezar, su origen argentino es una declaración de cosmopolitismo a pesar de las dificultades por estar en el fin del mundo y alejado de los centros del poder económico global. La demografía de este país, augura el cercano futuro de la humanidad como crisol de razas, más allá de los estertores xenófobos de los actuales populismos que proclaman falsas “esencias” étnicas nacionales.
Francisco ha sido hijo de inmigrantes italianos que llegaron a Argentina en busca de una vida mejor. Esta historia familiar ha marcado su sensibilidad hacia los migrantes, su comprensión de las dificultades que enfrentan y el aporte que han significado para el primer desarrollo de un país, cuyos gobernantes del siglo XIX tuvieron una visión más amplia que muchos ahora. Próceres como Alberdi hicieron del principio “gobernar es poblar”, intrínsecamente unido a la educación pública y gratuita, un eje fundamental del progreso nacional.
Junto con la masiva inmigración (en 50 años la población pasó de 2 millones a 20 millones de habitantes), la educación pública fue un pilar fundamental en el proyecto de desarrollo argentino del siglo XIX, contribuyendo a la construcción del Estado-nación, la modernización del país y la integración de la población. Sin embargo, también se enfrentó a desafíos, como las desigualdades sociales, la expoliación de los países centrales y los debates sobre el modelo educativo, que continúan hasta el presente.
Francisco propone desde el primer día de su pontificado una Iglesia en salida, cercana a los más vulnerables. Como pontífice, ha convertido la cuestión migratoria en uno de los ejes centrales de su papado, recordando constantemente a la Iglesia y al mundo que los migrantes no son un problema, sino hermanos que nos interpelan a vivir el Evangelio con autenticidad, ampliando las posibilidades productivas de los países de llegada.
Como arzobispo de Buenos Aires, Francisco trabajó directamente con comunidades migrantes pobres y marginados. Esta experiencia marcó su profunda compasión por los que sufren por un lado el desarraigo y por otro, la esperanza de una vida mejor. Los inmigrantes llegan con una savia nueva que expande la vida de un país y refuerzan la cultura de la familia y el trabajo en sociedades cansadas y espiritualmente decadentes.
Estar junto a estos Bienaventurados lo ha llevado a denunciar la globalización de la indiferencia y ha llamado a acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes. Ha visitado campos de refugiados, como Lampedusa (Italia) y Lesbos (Grecia), para estar cerca de los que sufren y denunciar las injusticias que enfrentan. En 2016, llevó a Roma a un grupo de refugiados sirios como un gesto simbólico de acogida y solidaridad.
Sus documentos reflejan este interés de la Iglesia. En su encíclica Fratelli Tutti (2020), Francisco subraya la importancia de la fraternidad universal y la acogida al extranjero. Ha promovido iniciativas como la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, que se celebra cada año para sensibilizar sobre este tema.
Francisco ha llamado a la Iglesia a ser una "Iglesia en salida y samaritana" que no se encierra en sí misma, sino que va al encuentro de los más necesitados, como son los migrantes. Ellos son la periferia en la cual la Iglesia ha de estar como hospital de campaña, haciendo de puente para lograr una sociedad fraterna.
Dijo Francisco en Lampedusa: "No se trata solo de migrantes, se trata de nuestra humanidad. Se trata de no excluir a nadie. Se trata de poner a los últimos en primer lugar"…"Hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna; nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro, no nos importa, no nos interesa, no es asunto nuestro"…
"Cada forastero que llama a nuestra puerta es una ocasión de encuentro con Jesucristo, que se identifica con el extranjero acogido o rechazado en cualquier época de la historia"…al” acoger a los migrantes, estamos acogiendo a Cristo mismo” (Mt.25).
El Papa anima continuamente a las parroquias y diócesis a ser comunidades de acogida que ofrezcan apoyo material, espiritual y emocional a los migrantes. La Iglesia se enriquece y expande una experiencia de humanidad única. Somos parte de una misma familia humana y el futuro de la humanidad depende de cómo tratemos a los más pobres.
"La pobreza es una de las causas más profundas de la migración. Muchas personas se ven obligadas a abandonar sus hogares porque no tienen acceso a los recursos básicos para vivir"…"No podemos ignorar que las políticas económicas de algunos países ricos tienen consecuencias devastadoras en los países pobres, obligando a muchas personas a migrar". (Fratelli Tutti, 2020)
La voz valiente y profética de Francisco, ha denunciado las políticas migratorias restrictivas y ha abogado por vías legales y seguras para la migración. Pero también va a las causas de esta situación masiva y forzada. Y acusa al injusto orden internacional de provocar tal inmigración desesperada como consecuencia de la explotación a mansalva de sus países pobres de origen.
Pero no somos inocentes espectadores, somos cómplices de injusticias estructurales, desigualdades globales y crisis sistémicas. Un estilo de vida consumista y derrochador como el de los países centrales, no puede sostenerse si no es mediante este expolio continuo en nombre de un supuesto “mercado” que legitimaría cualquier abuso y tropelía.
El Papa nos llama a superar este orden basado en una cultura del egoísmo y la indiferencia, y a construir un mundo más justo y fraterno. "La explotación laboral y la trata de personas son formas modernas de esclavitud que obligan a muchas personas a migrar"…"No podemos permanecer callados ante el sufrimiento de quienes son explotados y tratados como mercancía".
Esta maquinaria depredadora, promueve la venta de armas y guerras interminables en los países pobres. Siendo "Las guerras una de las causas principales de la migración forzada. Millones de personas huyen de la violencia y la persecución, dejando atrás sus hogares y sus vidas"…"No podemos permanecer indiferentes ante el grito de dolor de quienes huyen de la guerra y la violencia" (Francisco).
En su novedosa encíclica Laudato Si', Francisco también vincula la cuestión migratoria con el cuidado de la creación. Allí nos dice que "El cambio climático y las migraciones forzadas están íntimamente relacionados. Muchos migrantes huyen de la degradación ambiental y la falta de recursos". Por eso llama a una ecología integral que combine el cuidado del medio ambiente con la justicia social: "Los migrantes climáticos son una realidad que no podemos ignorar. Son víctimas de un sistema económico que prioriza el beneficio sobre el cuidado de la creación". (Laudato Si)
En las Jornadas Mundiales del inmigrante y refugiado ha proclamado sin ambigüedades que "Los países ricos no pueden cerrar los ojos ante las consecuencias de sus políticas económicas y ambientales, que generan pobreza y desplazamientos forzados". (Mensaje 2019). Y también que "La migración es un fenómeno global que requiere una respuesta global. Los países desarrollados deben asumir su responsabilidad y trabajar por un sistema más justo". (Mensaje 2021).
Conclusión
Francisco, el Papa inmigrante, como lo fueron Abraham y Pedro, es un símbolo de esperanza y un llamado a la conversión para la Iglesia y el mundo. Él es consciente del desafío global de la inmigración que transformará el mundo tal como lo conocemos en muy pocos años, con mayor velocidad e incidencia que cualquier novedad tecnológica. Este hijo de Ignacio de Loyola y Francisco de Asís sabe que hemos de asumirlo urgentemente, porque “lo que no se asume, no se redime” (S. Irineo)
poliedroyperiferia@gmail.com
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