¿Qué decir a los que no rezan?
¿Qué decir a los que no rezan?
La Navidad ofrece la oportunidad especial de caminar juntos, de hacer un itinerario sinodal a la manera de la Sagrada Familia de Nazaret: en oración a la escucha… y prestos a generar buenas conductas. Podríamos decir algo similar del relato sobre los Magos de Oriente: ellos son otro modelo de sinodalidad: sabios de diferentes lugares que caminaron juntos, con perseverancia, buscando al Mesías y signo de epifanía.
Este tiempo tan especial del Adviento y la Navidad es una oportunidad preciosa para tomar conciencia de lo importante que es caminar juntos a la escucha entre diferentes, dejando a un lado los intereses personales que entorpecen el espíritu comunitario en nuestras Eucaristías.
Cristo nos invita a ser Iglesia Pueblo de Dios: en las unidades pastorales, en las parroquias y las comunidades de base compartiendo nuestra fe, esperanza y el amor de Dios en el exigente día a día. La escucha se vuelve hoy más necesaria que nunca para descubrir lo que Dios quiere de nosotros. Con tanto ruido consumista, ocurre que el sentido de la Navidad -y no digamos el tiempo de Adviento- queda desdibujado… ¡por los propios seguidores de Cristo!
La sinodalidad exige trabajarnos mirando el presente y el futuro con esperanza, porque sabemos que el Espíritu nos acompaña en el camino. Es por lo que el Adviento es un tiempo propicio para restablecer los vínculos rotos, para ser solidarios con los pobres cercanos (soledad, enfermedad, desamor, inmigrantes…) en algo concreto, novedoso.
Lo cierto es que la sinodalidad que impulsa ahora León XIV no es recibida con entusiasmo, sino con recelo. No podemos dejar que el temor al cambio revestido de indiferencia se apodere de nosotros. Tenemos una asignatura pendiente de revisar nuestras actitudes y conductas. Escuchar implica trabajarse para mirar como lo hizo aquel pequeño Niño Jesús al nacer: con bondad, humildad y fe. Y para que la sinodalidad sea un eje central en nuestra vida cristiana, es preciso combinar lo que apuntó en 2013 el Papa Francisco, recién elegido Papa:
1) Reforzar nuestras comunidades desde nuestra actitud individual transformada.
2) De esta manera nos abrimos con humildad al servicio del necesitado. La Iglesia es más que una entidad social en la que evangelizamos por atracción con el ejemplo.
3) Configurar una Iglesia de servicio, y no de poder. Es una llamada a todos y todas ante el clericalismo existente en sus variadas formas nada cristianas, que afecta a todos los estamentos eclesiales, laicado incluido.
Acabo estas líneas recordando la reflexión de Mª Luisa Berzosa en su conferencia sobre sinodalidad y el camino de la Iglesia, pronunciada este mes en la parroquia de Santa Ana de Getxo: es preciso “hacernos silencio” en oración a la escucha para no ser espectadores y convertirnos en referentes del Evangelio
¡Feliz Adviento!
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