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Un compañero de Burgos y yo compramos chocolates y dulces en el torno-tienda y visitamos su bella iglesia
Hoy hace seis meses del comienzo del cisma. El pasado 13 de mayo, las exmonjas de Belorado daban a conocer un ‘Manifiesto Católico', un documento de más de 70 páginas, en el que, entre otras cosas, renegaban de la Iglesia conciliar y anunciaban que su comunidad religiosa abandonaba la Iglesia católica.
Desde hace seis meses, la verja, que da acceso a la amplia entrada del convento de las clarisas de Belorado, está siempre cerrada, con un cartel en grandes letras rojas mayúsculas: “PROPIEDAD PRIVADA PROHIBIDO EL PASO”. Desde hace un tiempo, las exmonjas añadieron en un papel, pegado con cinta adherente, a la piedra: “SI DESEA SER ATENDIDO LLAME AL 637253134”.
Cuando mi compañero, Julio César Rico, del portal ‘Burgos conecta’, y yo aparcamos ante la entrada del convento no eran las 10:00 de la mañana. Al ver la verja cerrada, decidí llamar por teléfono a Sor Isabel (la ex abadesa) y, como no cogió el teléfono, le mandé el siguiente wasap: “Buenos días, sor Isabel. Soy José Manuel Vidal. He venido a Burgos a dar una conferencia. Un amigo me ha acercado a Belorado. Estamos aquí y quería saber si podemos saludarla y hablar un ratito con usted. Si no le apetece recibirnos, ¿podríamos entrar al torno, para comprar alguno de sus productos y visitar la iglesia del monasterio?”
Como tardó en leer el wasap, decidimos acercarnos al pueblo, para desayunar y visitar su plaza mayor y su iglesia. Situado en la llamada ‘Riojilla burgalesa’ de la comarca de Bureba-Ebro, Belorado es una preciosa villa medieval de origen romano (Bellumfori), con una amplia Plaza Mayor, que acoge todos los lunes uno de los mercados más antiguos de España; con casas blasonadas; con las iglesias de San Pedro y Santa María y con la preciosa ermita de Nuestra Señora de Belén, antiguo hospital de peregrinos, excavada en la montaña.
Por el pueblo pasa el río Tirón, afluente del Ebro, que nace en la vecina sierra de la Demanda, y cuenta con 1798 habitantes, según el censo de 2023. Su castillo fue plaza fuerte del Cid y le fue entregado como dote de bodas del rey Fernando I, al casarse con Jimena. Bajo las ruinas del castillo se localizan una serie de cuevas que, según la leyenda, sirvieron de eremitorio a San Caprasio, Santa Pía y San Valentín.
Tomando café en una cafetería de la plaza, nos encontramos con Ángel Santamaría, el párroco de Belorado, que, harto del tema de las exmonjas, no quiere hacer declaraciones, pero teme que, al final de este episodio, el pueblo termine por perder el monasterio que lleva siglos aquí. La gente, por su parte, pasó de la perplejidad de los primeros momentos, cuando estalló el escándalo (nadie podía esperar algo así), al cansancio y al aburrimiento actuales. Además, de cara al pueblo, las exmonjas han perdido credibilidad al juntarse con curas cocteleros y obispos-fake.
Tras hablar con el párroco y con algunas personas del pueblo, decidimos regresar a la verja del convento. Julio César, el compañero de ‘Burgos Conecta’, volvió a llamar al telefono que figura en el cartel de la entrada y, como no contestaba nadie, decidimos entrar y dirigirnos al torno del convento.
En efecto, la puerta de entrada al convento estaba entreabierta y, una vez en el pequeño pasillo de entrada, vimos otras dos puertas entreabiertas: la del torno y la del templo. Llamamos al timbre del torno y, tras un rato, apareció una sonriente hermana (según nos dijo, gallega de La Coruña), a la que preguntamos si podíamos comprar algunos de sus productos.
Nos atendió con suma amabilidad y con su gran sonrisa siempre dibujada en los labios y nos explicó las distintas barras de chocolate que fabrican, asi como barritas de chocolate y las llamadas “rocas”, una especie de barquillos recubiertos de chocolate, amén de otra bollería.
Le preguntamos si la gente podía entrar a comprar, a pesar del cartel de la verja, y nos dijo que sí y que, además, lo necesitan. Nos atendió con una amabilidad absoluta. Cuando nos despedimos, le preguntamos si podíamos visitar la iglesia y nos dijo que sí, le deseamos suerte y le pedimos oraciones. “Nosotras seguimos rezando”, contestó ella con su sonrisa siempre en la boca. ¡Falta les hará, hermanas!
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