"Encended en el corazón"
Encendamos las luces de la fe
"Hasta que pueda decirse de ti lo que se dice de Jesús"
Hay en la Sagrada Escritura una serie de expresiones que la fe reconoce como equivalentes en el significado; algunas de esas expresiones las escuchamos en el salmo responsorial de hoy: “La palabra del Señor”, “la ley del Señor”, “el precepto del Señor”, “los mandatos del Señor”, “la norma del Señor”, “la voluntad del Señor”.
La fe intuye también que, al utilizar esas expresiones, lo que en realidad queremos nombrar es “el Señor”.
Sólo que al Señor no lo vemos, nadie lo ha visto jamás, y si queremos conocerlo, si queremos conocer su voluntad, sólo podremos hacerlo por medio de su palabra, de su ley, de su precepto, de sus mandatos, de su norma.
Esa sencilla constatación debiera llevar al centro de nuestra vida esas humildes mediaciones que nos acercan al misterio de Dios, a la voluntad del Señor.
Recuerda, Iglesia amada de Dios, cómo escucharon las palabras de la Ley los hijos de Israel: “Todo el pueblo estaba atento al libro de la ley”; cuando el sacerdote abrió el libro, “el pueblo entero se puso en pie”.
Escucharon las palabras del libro, y el pueblo entero “se inclinó y se postró rostro a tierra ante el Señor”. Fíjate y verás que hay una misteriosa relación entre el libro y el Señor: Escucharon las palabras del libro y se postraron ante el Señor.
No te extrañe, pues, que con el salmista vayas predicando del libro los que son predicados del Señor. Lo que dices del libro, lo entiendes del Señor; lo que dices del Señor, lo entiendes también del libro. Del libro y del Señor lo vas diciendo: es perfecto, es fiel, es recto, es puro, es verdadero, es justo.
Por eso, también de uno y otro confiesas: es descanso del alma, instruye al ignorante, alegra el corazón, da luz a los ojos…
Pero tú, Iglesia cuerpo de Cristo, con el libro y con el Señor tu Dios te encuentras en Cristo Jesús: él es imagen visible de Dios invisible, él es la Palabra de Dios hecha carne.
Si buscas luz, vas a Jesús. Si buscas alegría, vas a Jesús. Si buscas sabiduría, vas a Jesús. Si buscas consuelo y sosiego, vas a Jesús.
Jesús es la buena noticia de Dios para ti. Él es el evangelio para los pobres.
Y lo que él es para ti, lo que él es para los pobres, eso mismo estás llamada a ser tú para todos: luz para los ciegos, libertad para los oprimidos, perdón para los pecadores, evangelio para los pobres.
Hasta que pueda decirse de ti lo que se dice de Jesús, lo que se dice de la Palabra de Dios: que das luz a los ojos, que alegras el corazón, que instruyes al ignorante, que eres descanso del alma, que eres libertad para los oprimidos, que eres perdón para los pecadores.
Estás llamada a ser presencia de Dios entre los hombres, presencia real de Cristo Jesús entre los pobres.
Como la ley del Señor, como Jesús, también tú has de ser para todos “descanso del alma”.
Feliz domingo.
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