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El tema central de esta sección del blog,(Entre el anochecer y el amanecer) son las impresiones. Se impone clarificar el concepto. Porque diariamente, por las noticias recibidas, son muchas las impresionamos que recibimos. Y no todos tenemos el mismo concepto.. ¿Qué rasgos definen la impresión, psicológica y personal? ¿Son muchas las clases de impresiones? Son iguales las impresiones y las personas impresionables? Las respuestas a estos interrogantes iluminarán a comprender los próximos artículos que tratarán sobre las fuentes de las impresiones.
La impresión y sus modalidades, conceptos previos.
Como los vocablos impresión, impresionar e impresionable, admiten varios sentidos, es conveniente concretar las definiciones.
¿Qué es la impresión? El efecto o la huella que los acontecimientos causan en el ánimo de una persona. Tal huella puede “afectar” de manera positiva o negativa, ordinaria o extraordinaria. Puede provocar ilusión o desilusión, ira o enfado, un juicio de elogio o de crítica amarga. El acontecimiento, o el trato recibido en el pasado o en el presente, provocan un sentimiento de alegría o de tristeza, de entusiasmo o desánimo, de admiración o desencanto, de sorpresa o de miedo.
Algunos hechos impresionantes y extraordinarios, admiten al recordarlos, los calificativos de: emocionantes, conmovedores, sensacionales, imponentes, sobrecogedores, alucinantes… La persona como sujeto que ha recibido una impresión fuerte, extraordinaria, la puede juzgar como sensacional, sobrecogedora, solemne, conmovedora, dantesca, enternecedora, indignante, espantosa, explosiva, horrible, imponente, alarmante, aterradora, inconcebible, inenarrable, monumental… o sin importancia.
En las relaciones interpersonales, si el interlocutor intentó causar una impresión o una alteración en el ánimo de una persona, generalmente producirá una sensación normal o intensa, de admiración o desprecio, de sorpresa o miedo, de amor o de odio, de simpatía o antipatía. Y siempre, cuando se recibe una impresión fuerte, el ánimo queda hondamente conmovido.
Y si a un individuo impresionable le advierten que contemplar tal espectáculo (de un accidente o de circo, cine, museo..). le impresionará, puede suceder que, efectivamente y por su gran sensibilidad, experimente un gran susto o mucho miedo o quede alucinado, estremecido, fascinado, herido… Como es posible que una persona “normal” ante el mismo espectáculo nada de extraordinario sienta. Su ánimo permanece igual sin experimentar ningún susto, miedo o alegría
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