Las multitudes actuales, esclavizadas por el individualismo consumista y las inmensas desigualdades evitables, necesitamos una liberación, un sueño colectivo de trascendencia y solidaridad. No un refugio para almas selectas que cultivan misticismos a la carta para pocos, ni “odiadores” con rosarios en las manos (card. Cobo)
Dios, en vez de quedarse en su mundo sagrado y separado de lo profano, se ha arremangado, ha salido a la calle y se ha hecho cargo del pecado y la miseria de los otros. No ha venido al mundo para reclamar la medalla al mérito que se concede en los templos de los "virtuosos".
Si la Iglesia no vuelve a convertirse en experiencia de un Pueblo que hace historia, es solo una secta residual en manos de una casta clerical. Por eso el intento de la sinodalidad de Francisco para que todos participemos. Por eso el Espíritu Santo seguirá suscitando molestos profetas entre los descartados de las instituciones.
Existe una historia de la Iglesia escrita por eclesiásticos...Es la concepción de la historia del clericalismo: “hechos alternativos” y leyendas angelicales, para perpetuar un sistema de dominación de los hombres “consagrados” por la "disciplina" del celibato.
Hay que "...sacar a la luz en la medida de lo posible el rostro popular de los últimos y reconstruir la historia de sus derrotas y opresiones sufridas, pero también la de sus riquezas humanas y espirituales, ofreciendo herramientas para comprender los actuales fenómenos de marginalidad y exclusión..." (Francisco)