20 abr 2025
Sin la resurrección de los crucificados vana es nuestra fe
La Cruz ya no es un signo de resignación para perpetuar el sometimiento al mal. Es un acto de resistencia del Dios de la Vida, cuya victoria ha comenzado en la tumba vacía.
Sin la Resurrección de Jesús, el cristianismo carece de sentido. Su victoria sobre la muerte es la garantía de que el amor de Dios triunfa sobre toda injusticia. Pero la compasión de Dios es expansiva, "no quiere que ninguno se pierda", e incluye a todos «los crucificados» de la historia. Esto plantea un desafío teológico y ético fundamental.
Una espiritualidad que celebra la Resurrección de Jesús pero ignora a los crucificados de hoy (migrantes, pobres, enfermos, excluidos, perseguidos) es hipocresía (Isaías 1:17), es una fe vana, inútil, un ritualismo vacío para tranquilizar la conciencia de los opresores y sus cómplices.