9 oct 2025
El 12 de octubre, los nuevos colonialismos y el Evangelio de la Esperanza
Frente a la conquista, surgió una resistencia ética y teológica. Frailes profetas, misiones jesuíticas, la Escuela de Salamanca con Vitoria y Suárez, y pensadores como Dussel que hoy desenmascaran el mito de la “superioridad del hombre blanco y cristiano” muestran que en el cristianismo habrá semillas de justicia hasta el fin de los tiempos (Mt 28,20).
Siempre me conmovieron aquellas palabras de honda raíz cristiana de una mandataria alemana que, refiriéndose al lamentable pasado nazi, dijo: "siempre seremos lo que hicimos". Asumir no es negar o cambiar de tema. Asumir es crecer. Reconocer los crímenes coloniales no borra los aportes culturales, sino que honra a las víctimas y nos humaniza. La identidad que teme a la verdad, en el fondo, ya está colonizada.
El Evangelio sobrevive a sus peores intérpretes porque su esencia no puede ser domesticada y genera esperanza para seguir viviendo, creyendo y construyendo un mundo y una Iglesia mejores.
La sinodalidad, en este horizonte, es mucho más que un lema: es una pedagogía del encuentro. Escuchar, discernir, caminar juntos. Una Iglesia sinodal es una Iglesia descolonizada de clericalismo y reconciliada con el compromiso con un Reino donde nadie se sienta extranjero, donde la economía sirva a la vida, y donde la historia deje de ser campo de batalla para volverse mesa compartida.