Ni el Dios de Jesús ni sus padres tenían casa in-matriculada (matriculada a su nombre) en Belén. Por eso, el Hijo de Dios, nació al descampado.
Ahora, en cambio, en Navidad 2020, un tipo de iglesia de España y del mundo sigue inmatriculando bienes, entre ellos muchas casas, desde la Grande de Vaticano hasta otras más pequeñas.
El tema de fondo es complejo, y no se resuelve con ensoñaciones generales, pero exige una respuesta radical de la Iglesia de Jesús, si quiere ser coherente con el mensaje y vida de su Cristo
La Iglesia puede tener casas... pero sólo para "venderlas" y dar el dinero a los "pobres", esto es, para que sean expresión de vida compartida (Mc 10). La Iglesia puede "negociar" iglesias, casas (escuelas, universidades u hospitales... etc.), pero sólo al servicio de los pobres (Mt 25), para recibir y ofrecer espacio de vida a exiliados, descartados..., de manera que su capital no sea para sí, sino los otros,para todos
En ese sentido,la Iglesia no puede matricular nada como propiedad particular (ni la Catedral de X, ni siquiera el Vaticano), pues toda propiedad cristiana es común. En esa línea, sus bienes (¡sin excepción alguna!) sólo pueden ser suyos en la medida en que ella hace que sean de todos, de forma que los da y reparte, invirtiendo el camino de inmatriculaciones y capitalizaciones que parecen estar buscando algunos.