Lo paradójico es que después de veintidós meses de guerra, el ejército de Israel no ha logrado traer a las a los rehenes, a pesar de los numerosos medios militares. La liberaciones se han conseguido gracias a las treguas y negociaciones. La impresión de muchos observadores es que el plan de Netanyahu ha optado definitivamente por sacrificarles.
Una cuestión muy preocupante es adónde irán el millón de habitantes de Gaza City si tienen que evacuar la zona. Ninguna consideración por esta gente, con su dignidad pisoteada. Se sienten como muñecos de feria, a los que les van a disparar vayan donde vayan. Y adonde van ya no cabe más gente, sin condiciones higiénicas, ni sanitarias, ni pan, ni agua. Indignante.
Los Palestinos desean obtener el reconocimiento de sus derechos y su soberanía. Esto es esencial, lo demás no tiene sentido, de ahí la solución de los dos Estados. Netanyahu se ríe de la presión diplomática mientras tenga a Trump, y su respuesta es el mantra de siempre “antisemitismo”. Un victimismo que en estos momentos deshora a las víctimas del Holocausto nazi. si levantaran la cabeza…
También nos preguntamos qué más podrían hacer los Patriarcas y dirigentes de las Iglesias de Tierra Santa, aunque son una minoría allí, pero su prestigio va mucho más allá. Probablemente deberían manifestarse de manera más enérgica en contra del genocidio de Gaza.
Los líderes occidentales levantaron la voz, por eso fue bienvenida entonces a Gaza la visita del Patriarca Católico de Jerusalén, Pizzaballa y del Patriarca Griego Ortodoxo, Teófilos, si eso sirve para llamar la atención de la opinión pública internacional. Tienen que poner toda la carne en el asador. El grado de inhumanidad ya no puede ser más elevado. ¿Qué más podrían hacer las Iglesias de todo el mundo? Es desesperante el silencio y la indiferencia.