El año 1353, cuando G. Boccaccio publicó el Decameron, con su crítica de amor durísimo, Roma cristiana no era el Vaticano, sino la ciudad entera, con el Laterano imperial y eclesial. Más que administrativa, la perversión era moral (sexual), pues, según Boccaccio, la cúpula de la iglesia se había convertido en un laboratorio de pecados de la carne. Conforme a su relato (novela 2), la iglesia verdadera debía salir de Roma e iniciarse en París (ciudad de cultura), con el judío Abraham, convertido al cristianismo.
El año 2013, J. M. Bergoglio vino de Buenos Aires a Roma como Papa Francisco, y una de sus primeras intenciones fue la de “convertir” su administraciòn papal, en lugar de vida cristiana. Las opiniones sobre su intento y sobre los resultados de su obra siguen siendo discordantes y algunos opinan que sería mejor abandonar la ciudad para iniciar la reforma y conversión de la iglesia en otros lugares.
Sobre ese tema quiero ofrecer una reflexiones iniciales, culminando esta postal con el grandioso tutti de la novelita 2 del Decameron (conversión de Abraham e inicio de la nueva iglesia en Paris o en otros sitios convenientes).