El templo más famoso de Francia acogió hasta el 30 de junio 6,015 millones de personas desde que reabrió sus puertas al público, lo que supone una media de 35.000 diarias

Estas cifras suponen que “Notre Dame es a día de hoy el monumento más visitado de Francia”, señaló a la publicación el rector de la catedral, Olivier Ribadeau Dumas

A este ritmo, la catedral terminará el año con 12 millones de visitantes

Dieciséis estatuas que habían sido retiradas justo antes del incendio de abril 2019 volverán progresivamente a su ubicación en la aguja de la catedral de Notre Dame de París, que ha sido completamente reconstruida tras desplomarse entonces

Se trata de estatuas en cobre diseñadas en 1857 por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc (restaurador de Notre Dame en el siglo XIX) para adornar la base de la aguja

Las obras representan a los apóstoles y a los evangelistas, y desde 2023 habían estado en exposición en París, en la Ciudad de la Arquitectura y del Patrimonio

A pesar de que no tienen constancia de una amenaza concreta, el Gobierno francés desplegará un importante dispositivo de seguridad para la reapertura de Notre Dame: Miles de policías francotiradores y militares

En un draconiano dispositivo inspirado en el de los Juegos Olímpicos, Francia blindará la Isla de la Cité, en la que se levanta el templo. Para ello, cerrará varias estaciones de metro y de trenes de cercanías de la zona, comercios y restaurantes

Según datos de la Oficina de Turismo, del 2 al 8 de diciembre, habrá un 18 % más de turistas que la misma semana de 2023

Cinco años después del devastador incendio, la catedral de París reabrirá sus puertas el 8 de diciembre para la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Monseñor Olivier Ribadeau Dumas, rector y arcipreste de la catedral desde 2022, señala a L'Osservatore Romano: "Esta iglesia no pertenece a nadie, ni a los católicos ni a los franceses, pero representa una parte del bien común de la humanidad donde, bajo la protección de la Virgen, todos pueden encontrar refugio"...

Mientras vivimos en un mundo fracturado, de tensiones, de desesperación, la reapertura de Notre-Dame es un formidable signo de esperanza: lo que parecía muerto sigue en pie, gracias a la solidaridad de todos los que lo han hecho posible. Es el signo mismo de que la fraternidad tiene un significado real