10 may 2025
"Un Papa no se juzga por sus palabras, sino por transformar las estructuras de poder en servicio" (H.Küng)
Entre los pobres estaba cuando fue llamado por Francisco, cuyo corazón era un detector de gente comprometida en las periferias. En una década pasó del barro al Papado, dejando atrás, seguramente, cientos de clérigos “carreristas” de palacio, que sueñan vanidosamente con las máximas jerarquías.
La DSI, leitmotiv de su nombre, —con sus pilares de dignidad humana, bien común, solidaridad, subsidiaridad y opción preferencial por los pobres— es predicada al mundo como un modelo ético, pero su encarnación dentro de las estructuras eclesiásticas sigue siendo un desafío que espera
sólo gente como él, que han vivido junto al sufrimiento de los empobrecidos del mundo, pueden hacer carne los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. Ése es el código que desentraña el “secreto” evangélico de Jesús: asociarse a los crucificados para bajarlos de la cruz.
¿Será León XIV un Papa equilibrista que intente -infructuosamente- conformar a todos o nos conducirá a nuevas síntesis superadoras? El peligro del equilibrismo es terminar dejando las cosas como están, una falsa paz gatopardista y no llevar a cabo una reforma frontal contra el clericalismo y la autorreferencialidad de grupos eclesiales que impiden la misión de construir el Reino de Dios.