SER PUERTA ABIERTA: La hospitalidad, una forma de vida
Presentación del libro "Ser Puerta Abierta"
Esta semana presentamos en Madrid el libro "Ser puerta abierta: la hospitalidad en el corazón de la espiritualidad", junto a mi amiga y coautora, Jenn Gómez. La presentación tuvo lugar en el Barrio de la Ventilla, de la mano del Centro Pueblos Unidos del Servicio Jesuita a Migrantes en España.
Karina describía como la hospitalidad había transformado sus vidas: "No se imaginan las cosas difíciles que hemos tenido que pasar en nuestro país… Aquí nos acompañaron a empezar de nuevo, nos apoyaron a salir adelante, desde el primer momento. Cambiaron nuestro futuro. Mis hijos están estudiando, podemos caminar por la calle con seguridad, tenemos trabajo. España abre la puerta a muchas personas migrantes y estamos agradecidos".
Este libro es mucho más que una reflexión sobre la acogida. Es un alegato urgente y realista sobre el poder de la hospitalidad para sanar heridas, unir lo que está separado y crear lazos de hermandad en una sociedad diversa y marcada por el miedo. Sus autores revisan la raíz bíblica y la tradición cristiana de la acogida, mostrando con ejemplos reales y mirada profunda cómo este gesto crea comunidad y abre caminos de reconciliación en un mundo diverso y herido.
Esta semana presentamos en Madrid el libro "Ser puerta abierta: la hospitalidad en el corazón de la espiritualidad", junto a mi amiga y coautora, Jenn Gómez. La presentación tuvo lugar en el Barrio de la Ventilla, de la mano del Centro Pueblos Unidos del Servicio Jesuita a Migrantes en España.
Muy agradecidos a María Rodríguez su directora, a Belén Paños, la responsable del Programa de Hospitalidad, a Jaime Pons responsable de la oficina técnica del SJM, y sobre todo a Karina y José, de una de las comunidades de hospitalidad de la red en Madrid.
Asimismo, se extiende este agradecimiento a todas las personas que se hicieron presente en Casa San Ignacio para compartir y reflexionar juntos sobre la hospitalidad, entendida como una forma de vida, como identidad cristiana, como una puerta que se abre al encuentro.
Karina describía como la hospitalidad había transformado sus vidas: "No se imaginan las cosas difíciles que hemos tenido que pasar en nuestro país… Aquí nos acompañaron a empezar de nuevo, nos apoyaron a salir adelante, desde el primer momento. Cambiaron nuestro futuro. Mis hijos están estudiando, podemos caminar por la calle con seguridad, tenemos trabajo. España abre la puerta a muchas personas migrantes y estamos agradecidos".
¿Qué está detrás de Ser Puerta Abierta? ¿Cómo surgió?
Hace unas semanas, junto con Jennifer Gómez y María del Carmen de la Fuente, publicamos este libro que se llama "Ser puerta abierta. La hospitalidad en el corazón de la espiritualidad". Y elegimos ese título porque una puerta nunca es neutra: siempre hay que decidir. Abrir o cerrar, invitar o excluir, quedarnos dentro de lo cómodo o atrevernos a salir al encuentro. En el Evangelio lo vemos constantemente. Jesús atraviesa fronteras, rompe prejuicios, se sienta a la mesa con quienes nadie invitaba. Y en mi experiencia personal, lo vivo cada día: cuando decimos abrir, algo en nuestra vida se transforma.
Vivimos tiempos difíciles. Estamos más conectados que nunca, pero también más divididos. Las fronteras se endurecen, los discursos del miedo se normalizan, y muchas veces nos sentimos tentados a cerrarnos, a protegernos, a levantar muros. En este contexto, hablar de hospitalidad puede parecer ingenuidad. Pero os aseguro que no lo es: es resistencia evangélica. Abrir la puerta cuando otros la cierran, confiar en el encuentro cuando domina la desconfianza, elegir un "nosotros" más que nos siente a todos a la mesa.
Este libro nace de años de caminar junto a comunidades que nos han enseñado a ser puerta abierta. Si os soy sincero, este libro nace de la necesidad de dar gratis lo que gratis he recibido: La hospitalidad. He visto cómo la hospitalidad transforma vidas, pero también cómo el miedo paraliza y levanta muros. Sentí la urgencia de volver a nuestras raíces bíblicas y a la tradición cristiana de la acogida, porque ahí hay un horizonte que necesitamos hoy. La hospitalidad no es una opción secundaria ni un tema de moda: está en el corazón mismo de lo humano y de lo cristiano.
¿Por qué hablar hoy de hospitalidad?
Vivimos en un mundo donde los discursos políticos y sociales normalizan el rechazo hacia el extranjero. Por eso, acoger se convierte en un gesto de resistencia frente al miedo. Desde la antigua xenia griega hasta la memoria bíblica de Israel, abrir la puerta siempre ha sido un acto fundante de culturas y religiones. La identidad, como os digo siempre, se construye como una casa con muchas habitaciones: cada encuentro abre una nueva habitación y enriquece lo que somos.
Inma Tombilla, buena amiga y Secretaria General en Cáritas de Tui-Vigo, nos comparte sus ecos después de leer el libro:
Ser puerta abierta es un libro para leer despacio. Ofrece una lectura orante que, a través de un lenguaje sencillo y profundo, nos guía con un hilo conductor que une la experiencia humana, la Escritura y la fe para descubrir la hospitalidad como lugar de revelación.
Cada página nos abre a contemplar el significado de acoger: no solo recibir a alguien, en casa o en nuestras comunidades, sino dejar que el otro entre en la vida y que su presencia transforme silenciosamente nuestro modo de mirar y de estar.
Las reflexiones y los testimonios se entrelazan haciéndonos parte de un camino que invita a explorar y a conocernos.
El libro no ofrece recetas: propone una disposición interior, una manera de vivir con la puerta abierta al encuentro, a la diferencia, a la sorpresa. Convierte la acogida en lugar sagrado, en espacio donde el Evangelio se hace visible en lo cotidiano.
Ser puerta abierta, a través de la serenidad de sus letras, deja una huella que va más allá de la lectura. Acompaña, ensancha el corazón y recuerda que, a veces, abrir la puerta es dejar que la Vida entre de nuevo.
¿Qué temas toca este libro? ¿Qué podemos encontrarnos en sus capítulos?
Os cuento brevemente de qué trata el libro, porque creemos que puede ayudarnos a todos a vivir con más profundidad y conciencia nuestra vida cotidiana.
El libro tiene once capítulos que nos llevan de la mano por un camino progresivo. Empezamos preguntándonos por qué hablar hoy de hospitalidad. Luego recorremos lo que nos dice nuestra tradición cristiana. La Biblia está llena de hospitalidad: Abraham acoge en Mambré a tres viajeros y, sin saberlo, hospeda a Dios mismo; Rut, la extranjera, encuentra acogida y entra en la genealogía de Jesús. Y sobre todo, Jesús: "fui forastero y me acogisteis". Las primeras comunidades cristianas pusieron la acogida como cimiento de su vida común. Recuperar hoy esa raíz significa abrir espacio a la diversidad y vivir la fe a través de gestos concretos.
El tercer capítulo habla de la fragilidad como puerta de entrada. Solo cuando reconocemos nuestra propia vulnerabilidad podemos acoger de verdad. El miedo al otro es comprensible y legítimo, pero no debería cerrarnos. Aceptar la fragilidad no es debilidad, sino el inicio de un camino que permite tender puentes. Y practicar la hospitalidad desde ahí no solo cambia la vida de quien es recibido, sino también la de quien abre su puerta.
Luego exploramos la magia del encuentro. En Mambré, Abraham ofrece agua y pan, y la promesa florece. Cuando hay una mesa compartida, ocurre el milagro sencillo de reconocernos iguales en lo esencial. Frente a la indiferencia, la hospitalidad crea un espacio sagrado donde el otro deja de ser amenaza para convertirse en regalo. La cultura del encuentro que propone el papa Francisco no se declama: se cocina a fuego lento, a base de tiempos, escuchas y decisiones que abren puertas.
El capítulo siguiente nos habla de la hospitalidad en un mundo diverso. La Trinidad es modelo de una unidad que no borra las diferencias, sino que las abraza en comunión. Pentecostés bendice todas las lenguas: la Buena Noticia no homogeneiza, hospeda. La hospitalidad intercultural aprende a celebrar la pluralidad como riqueza.
Después abordamos la hospitalidad como clave para la convivencia. Acoger significa abrir espacio al otro y estar dispuesto a ceder parte de lo propio para levantar juntos un horizonte común. La hospitalidad auténtica nunca es unidireccional: quien acoge también termina siendo acogido. Y esto tiene una dimensión política ineludible: la hospitalidad es motor de sociedades más justas e inclusivas.
También hablamos del arte de acompañar. La hospitalidad no se reduce a ofrecer techo o alimento: implica escuchar con atención y hacerse presente en la vida del otro. Marta y María nos enseñan esto: mientras una se ocupa de las tareas, la otra elige la escucha atenta. La espiritualidad ignaciana lo entiende como caminar al paso del peregrino, compartiendo la vida como pan partido.
Un capítulo central nos recuerda que acoger al forastero es acoger a Dios mismo. Esta convicción, compartida por el cristianismo, el judaísmo y el islam, convierte cada gesto de hospitalidad en un espacio sagrado. Cada puerta abierta, cada mesa compartida, se convierte en lugar de revelación. La comunidad que practica la hospitalidad se transforma de manera visible: la alegría del encuentro, la fecundidad de nuevas relaciones y la esperanza compartida son signos concretos de la presencia de Dios.
Luego presentamos las Comunidades de Hospitalidad como experiencia concreta donde la acogida se hace vida compartida. En ellas no se trata solo de ofrecer un techo, sino de abrir la propia casa y el propio proyecto vital a personas en situación de vulnerabilidad. Estas comunidades apuestan por un estilo de vida marcado por la sencillez y la sobriedad Su carácter contracultural radica en mostrar que compartir techo, mesa y camino es un acto profundamente humano y espiritual.
También abordamos la migración como espacio de reconciliación. Reconciliarse implica un camino: reconocer la verdad y el dolor, reelaborar los recuerdos para sanar la memoria, y recuperar la capacidad de acción de las personas migrantes. Solo en entornos seguros, donde se experimenta acogida real, es posible reconstruir vínculo y abrir horizontes nuevos.
Y el libro concluye con una afirmación contundente: somos fruto de la hospitalidad. Nadie llega a la existencia sin haber sido acogido primero. La vida se sostiene en tres pilares: ser amados gratuitamente, ser recibidos incluso en la fragilidad, y ser invitados a seguir a Jesús como respuesta agradecida. Abrir espacio para el otro, sostener al débil, regalar tiempo y compañía: todo ello son expresiones de una hospitalidad que bendice y revela lo esencial de la vida.
Lo que este libro intenta poner sobre la mesa es muy sencillo pero revolucionario: la hospitalidad no es un tema periférico ni un gesto puntual. Forma parte de nuestra identidad cristiana. Es el modo de estar de Jesús en el mundo. Y si queremos ser sus discípulos, no podemos esquivar esta llamada.
A menudo se dice que la tolerancia es suficiente. Pero os aseguro que no lo es. La tolerancia mantiene distancia, incluso cierto aire de superioridad moral. Tolero lo que no me gusta, pero sin dejar que me afecte. Es pasivo. En cambio, la hospitalidad es activa, arriesgada, transformadora. Supone hacer sitio al otro en tu vida, en tu mesa, en tu comunidad. Jesús no toleraba a publicanos y pecadores: los acogía, los hacía parte de su grupo. Esa es la diferencia entre decir "puedes quedarte ahí" y decir "ven, siéntate conmigo".
Estoy convencido de que si la Iglesia renunciara a ser puerta abierta, perdería su alma. Perdería su identidad más profunda. Una Iglesia cerrada contradice el Evangelio mismo. Jesús constantemente traspasaba fronteras para acoger a todos, tendía puentes, invitaba a la mesa a aquellos que estaban excluidos y marginados. El papa Francisco nos hablaba de una Iglesia en salida, una Iglesia que va al encuentro, especialmente de las personas más vulnerables. Y si renunciáramos a eso, perderíamos también nuestra credibilidad profética en un mundo que necesita despertar a la fraternidad universal.
¿Para qué puede ser útil este libro? ¿Tiene alguna guía de lectura?
El libro es una invitación a emprender un viaje, cuyo objetivo principal es redescubrir y abrazar la hospitalidad como una fuerza transformadora en la vida personal y en el tejido social. El libro es útil para una reflexión profunda sobre varios temas cruciales: convivencia, diversidad, fragilidad, identidad, comunidad, acompañamiento, reconciliación.
Sí, el libro incluye una guía de lectura a través de su estructura. Cada uno de los doce capítulos (incluida la introducción y el epílogo) finaliza con una sección titulada "Cuestiones para la reflexión". Estas preguntas están diseñadas para guiar una reflexión profunda e invitan al lector a pensar sobre la hospitalidad desde perspectivas personales, sociales y espirituales.
Algunas personas que ya han leído el libro lo han hecho en familia o en comunidad, tomando tiempo para el diálogo y la profundización en cada capítulo con la guía. Varias familias en España, en diversas partes de Latinoamérica, hasta en Bruselas, nos han transmitido que está siendo un espacio para crecer personalmente, en familia y en comunidad.
Algunas personas están utilizando el libro para guiar por ejemplo una formación de equipos de instituciones sociales en Bilbao, para formar a profesores de secundaria en Pamplona, para guiar una formación de voluntarios en Caritas en Vigo, o como material para formar a alguna delegación de Migraciones en España. En Bruselas han utilizado el libro para guiar un retiro comunitario, y a algunos estudiantes de pastoral y teología les ha inspirado con alguna de sus reflexiones en sus trabajos. Son solo algunos ejemplos.
Para concluir, ¿Cómo la hospitalidad puede cambiar nuestras vidas?
Por eso os invitamos a leer este libro. No es un libro de teorías abstractas ni de discursos vacíos. Es un libro que nace de experiencias concretas, de caminos compartidos, de puertas que se han abierto y han transformado vidas. Es un libro que nos interpela a todos, que nos pregunta: ¿qué puertas estoy dispuesto a abrir hoy? ¿Estoy dispuesto a que el encuentro con la otra persona me transforme, o solo quiero ayudar manteniendo mi comodidad?
La hospitalidad auténtica se reconoce por sus frutos concretos. No es solo un discurso bonito: se materializa en gestos específicos, como abrir el corazón, compartir la mesa, crear espacios de encuentro. Y la clave está en lo que los místicos llaman "unidad de vida": que nuestro discurso, nuestra oración y nuestra acción sean coherentes. Una espiritualidad que no se traduce en hospitalidad concreta está vacía.
Me viene a la mente el capítulo 25 de San Mateo, cuando le preguntan a Jesús: "¿Cuándo te vimos forastero y te acogimos?". Y él responde: "Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis". En el rostro del forastero, Jesús llega sin hacer ruido y nos pregunta: "¿Hay sitio para mí?". La respuesta es humilde y valiente: "Pasa, esta casa es también tuya".
Os animamos a leer "Ser puerta abierta" con corazón abierto. Que os ayude a profundizar en aquello que da sentido a vuestras vidas, y a descubrir que abrir la puerta no es un gesto que nos empobrece, sino que nos enriquece. Porque quien acoge, también es sanado; quien ofrece techo, recibe nombre, historia y esperanza. La hospitalidad transforma a quien entra y a quien abre, y devuelve humanidad a nuestras comunidades.