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INMACULADA PORQUE ERES MUJER, DISCIPULA Y HERMANA NUESTRA
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Supe de Santa Margarita María Alacoque, apóstol del Sagrado Corazón cuando tenía ocho años, el mismo día en que tuve mi primer encuentro con Jesús Eucaristía, el viernes 11 de junio de 1965.
Mamá me regaló en ese entonces la biografía de esta MUJER, la cual he leído primero con curiosidad e interés y luego varias veces en el transcurso de seis décadas con admiración. Recuerdo con nitidez ese día porque mis padrinos fueron mis abuelos maternos, quienes me amaban mucho y eran correspondidos ampliamente. Gocé de su presencia por dieciséis y cuarenta y tres años, de mi abuelo y abuela respectivamente, hasta que fueron al encuentro con la Madre/Padre celestial.
Hoy 16 de octubre la Iglesia Católica festeja a Santa Margarita, MUJER francesa que vivió en la segunda mitad del siglo XVII. Fue una notable y valiente de su tiempo, pues desde pequeña se tuvo que enfrentar con situaciones más allá de las capacidades de una niña: la orfandad paterna, la enfermedad persistente en su frágil cuerpo, la pobreza material después de tener una vida desahogada y quedar a merced de personas que veían en ella una posibilidad de servidumbre. Mientras Margarita desde su niñez, sentía un llamado especial por Jesús Eucaristía y más adelante en la época en que las jóvenes se preparaban para casarse, tuvo que lidiar para evitarlo y poder ingresar al convento, a la edad de 24 años. Lugar donde la virgen María, alguna vez, siendo niña le hizo saber, que la quería.
Estas breves líneas nos muestran a una joven MUJER decidida que para su tiempo no era lo esperado. Tan sólo vivió 43 años, de los cuales, como monja, diecisiete. Y que no fueron nada fáciles pues[i], aunque estaba en un lugar donde por excelencia se tenía una convivencia continua con Jesús Eucaristía tanto su primer confesor como la madre superiora, no la apoyaron creyéndola enferma, tal vez loca, pues con tan sólo 25 años y apenas un poco más de un año de haber ingresado al convento, el 27 de diciembre de 1673, estando en adoración ante el Santísimo Sacramento, tuvo la primera de sus visiones de Jesucristo, que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes.
En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó:
“He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía”.
Su vida conventual fue muy difícil, de rechazo, censura, discriminación de las mismas autoridades y de algunas monjas también, pero ella perseveró escuchando a Jesús indicando que insistiera y diera a conocer la adoración a su sagrado corazón. Lo hizo y su obra hasta ahora perdura.
Es una historia de una MUJER que de acuerdo a las circunstancias que vivió tuvo la capacidad de no claudicar, viviendo a contracorriente. Es la actitud a la que hoy muchas MUJERES somos llamadas también. Diferentes circunstancias mismos objetivos, dar a conocer a una Diosa/Dios-Madre/Padre que nos creó y ama por igual y que aún dos milenios después de su habitar entre sus congéneres, su mensaje de dignidad, igualdad, amor y respeto a todos, no es entendido y proclamado.
Es una invitación a cada MUJER del presente a dar testimonio empoderado de la Presencia Divina, mostrando a otras y otros que, aunque el esfuerzo es intenso, es necesario perseverar animándonos unas a otras, porque tenemos que saber y sentir que estamos sostenidas y guiadas por la Ruah Divina. Invitadas a proseguir en el afán diario de hacer llegar a otras el Evangelio desde la perspectiva femenina, para alentar, consolar y crear esperanza entre las y los que nos rodean. Porque es vital que mantengamos el faro de la Palabra Sagrada, como el camino que es verdadero, pero que necesitamos descubrir, sentir y compartir desde nuestro ser femenino.
Martha Eugenia,
Mujer Mariposa.
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