MIRAMOS LA CRUZ DE LA ESPERANZA

Actualmente, presenciamos cómo se autoerigen nuevos “emperadores políticos”, que confunden servir con destruir, ávidos por ganar premios, reconocimientos para la posteridad. Pareciese que el Mal tiene sus servidores muy bien situados en las cúpulas políticas, sociales. Mensajeros monocolores, pues su consigna está bien definida: ser fiel al partido antes que escuchar las propuestas de los contrarios. Siguen metidos en sus cavernas mentales, siguiendo el instinto de supervivencia que nos obliga a competir y luchar por sobrevivir. Defendiendo a aquel que aplaude o secunda sus planes. Indultando a un narcotraficante (como Juan Orlando Hernández) y a la vez pretende acabar con el narcotráfico de Venezuela, provocando acuerdos de paz a cambio de alianzas para obtener tierras raras u otros minerales (recientemente entre Congo y Ruanda). Acuerdos mineros que provocarán la destrucción de tierras, sin tener en cuenta a la gente de estas regiones, etc., etc. ¿A qué jugamos, señor Trump? ¿De nuevo Centroamérica tiene que ser el laboratorio para conseguir que las injusticias queden impunes?

POR ESTO LA ESPERANZA SIGUE SIENDO ACTUAL. Es una llamada a ESPERAR con serenidad y vigilancia, con los pies bien puestos en el suelo y nuestros cuerpos erguidos. Mantener la fortaleza y la confianza en Jesucristo. Es él QUIEN nos sostiene y fundamenta nuestra vida.

Jesucristo quitará todo velo de dolor, como dice el profeta Isaías (25,6-10 a). Solo Él, en caso de desviarnos, nos indicará cuál es el camino (Is 30,21). Porque creemos que es posible la paz, el respeto entre las personas de diferente cultura, religión, etnia, etc. Es el mismo Dios que nos conforta en Jesucristo, para que las personas estemos unidas, aceptándonos unas a otras (Rm 15, 4-9).

Cuando atravesamos el desierto de la desolación, podemos caer en la desesperación violenta o en la impotencia total. El grito de Juan Bautista ha de despertar nuestra esperanza: “Convertíos, el Reino de Dios está cerca” (Mt 3,1-12). Sabemos en QUIÉN hemos puesto nuestra esperanza, QUIÉN nos da PALABRAS DE VIDA.

Miramos la cruz como signo de esperanza, como signo de vida, de presencia TOTAL de DIOS en todas aquellas personas inocentes, injustamente tratadas, presencia del verdadero Mesías capaz de lavar los pies a sus discípulos, de amar-respetar a sus enemigos. Miramos la cruz como signo de VIDA capaz de vencer la Muerte. Miramos la cruz como signo de victoria del Bien sobre el Mal.