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Fechorías filisteas

Viejas historias se han vuelto actuales

Parecerla increíble pero a los 8 años yo sabía distinguir a los filisteos de los amalecitas y no porque fuera una niña prodigio, sino porque para mi generación la Historia Sagrada era una asignatura troncal. Por eso nos enteramos en seguida de que los filisteos eran malísimos en su conjunto, tanto como el lobo de Caperucita o el ogro de Pulgarcito.

Todavía estoy viendo a Goliat, aquel filisteo gigante que medía tres metros, con su casco y su coraza de bronce, su jabalina a la espalda y su lanza con punta de hierro de siete kilos. Amenazaba a los israelitas con desplantes y gestos soberbios (me está recordando a alguien pero no caigo quién…), totalmente ajeno, pobrecillo, al guijarro lanzado con honda con que iba a derribarle aquel chaval esmirriado y descalzo del que se estaba burlando. (1Sm 16)

La historia de Sansón era también apasionante y dramática: engañado de mala manera por la pérfida Dalila, los filisteos le apresaron, le sacaron los ojos y se divertían con él. Qué ajenos también ellos a que le había crecido pelo, volvía a tener fuerza e iba a derribar su templo agarrando sus columnas y gritando: “¡Muera Sansón y todos los filisteos!”. No contentos con eso, arrebataron a Israel el arca de la alianza, mataron a Jonatán, cortaron las cabezas de los caídos y colgaron como escarnio el cadáver de Saúl.

Eran historias terribles que venían de antiguas hostilidades, desde los tiempos remotos en que Isaac había cavado pozos en Guerar y los filisteos los cegaron por envidia. Aquellos pozos abiertos en tiempo de Abraham, eran su condición básica de supervivencia y la acción de cegarlos escondía un perverso propósito de destrucción y exterminio.

Dos datos arqueológicos vuelven esas viejas historias estremecedoramente actuales: Guerar estaba en Gaza y los filisteos llegaron al país cuando ya había allí asentamientos de otros pueblos. Una nueva manera de cegar pozos está siendo disparar a quienes acuden a los puntos de distribución de agua y la sangre de los que mueren sigue hoy clamando al cielo como la que derramó Abel a manos de su hermano.

Vida Nueva, Agosto 2025

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